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Carapungo es una miniciudad que nació hace 3 décadas en la capital

La actividad comercial es intensa en el barrio ubicado al norte de Quito. En la zona hay negocios tanto de grandes cadenas como pequeños emprendimientos nacidos en el área. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
La actividad comercial es intensa en el barrio ubicado al norte de Quito. En la zona hay negocios tanto de grandes cadenas como pequeños emprendimientos nacidos en el área. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
14 de junio de 2015 - 00:00

María Mosquera recuerda todavía la alegría que sintió hace 30 años cuando un funcionario del entonces Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV) le comunicó que le habían adjudicado una casa en Carapungo (al norte).

La naciente urbanización era parte del programa con el que el régimen socialcristiano pretendía cumplir con parte del eslogan ‘Pan, Techo y Empleo’ de su campaña presidencial.
El exalcalde de Quito y luego primer mandatario, Sixto Durán Ballén, fue el encargado de dirigir la construcción de la ciudadela como presidente de la Junta Nacional de la Vivienda (JNV).

Se ofrecían unidades habitacionales unifamiliares de unos 60 m² pensadas para la clase media.
María dice que en ese momento no le importaba que su hogar fuese “como una cajita de fósforos. Era un sueño hecho realidad; significaba dejar de pagar arriendo y tener algo para dejarles a mis hijos”.

Mosquera dice que también tuvo la ventaja de que le tocó “una casa en la primera etapa, cerca de la Panamericana Norte”, lo que le facilitó las cosas.

Ella y su familia estuvieron entre los primeros pobladores de la ciudadela. En su caso las mejoras fueron llegando progresivamente. Primero el cambio del techo de asbesto-cemento (Eternit, su nombre comercial) por una terraza. Luego una habitación extra y así, poco a poco, hasta completar las 3 plantas que hoy forman la vivienda.

“Al principio sí era incómodo vivir en una casa con 2 dormitorios pequeñitos, sala, comedor y cocina con mi esposo y mis 3 hijos”, contó.

Carapungo se asienta en la parte norte de la meseta del Guangüiltagua y forma parte de la parroquia Calderón, la que se encuentra más al norte de la parte urbana del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ).

De hecho, la creación de la ciudadela por parte del Gobierno que rigió el país entre 1984 y 1988, aceleró la incorporación de la parroquia que, hasta aquellas épocas, era un sector rural.

La zona es un antiguo asentamiento e incluso su nombre tiene una etimología indígena. La palabra Carapungo está formada por 2 términos kichwas ‘karas’ o ‘caras’, y ‘pungu’ o ‘punku’.

Generalmente se le asignan 2 significados. El primero es el que toma los significados (kara) ‘piel o cuero’ y (pungo) ‘puerta’, respectivamente, formando el nombre ‘Puerta de cuero’, debido a que en esa parroquia hubo la costumbre, durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, de construir puertas de cuero de chivo o res con marcos de chahuarquero, ya que la madera escaseaba debido al clima árido de la región.

El otro, en cambio, considera al término ‘karas’ como el nombre del grupo indígena Quitu-Cara, que se supone provino de América Central y que habría vivido en la región durante la época preincaica, dando como resultado el nombre ‘Puerta o entrada de los Caras’.

El 9 de agosto de 1897, durante la presidencia de Eloy Alfaro, Carapungo fue elevado a la categoría de parroquia con el nombre de Calderón en honor al héroe independentista Abdón Calderón. Sin embargo, una parte de la parroquia conservó el antiguo nombre.

La situación de alejamiento con respecto al área urbana y las difíciles condiciones de transportación cotidiana durante los primeros años del barrio, le otorgaron características especiales.

Marcia Carrera, habitante de la segunda etapa, es una de las personas que hallaron en la actividad comercial una alternativa de ingreso económico. Carrera es propietaria de un micromercado, negocio que se inició como una pequeña tienda hace unos 25 años.

“Lo primero que hice fue construir un pequeño local. Por suerte, cuando vinimos a vivir aquí ya teníamos una camioneta. Con ella traía desde Quito o Calderón las cosas que vendía. Con el tiempo fui ampliando mi negocio”, dijo.

Conforme aumentó la población, también se incrementaron los problemas. Uno de los mayores es el tráfico vehicular que se vive en la zona.

Actualmente resulta muy difícil trasladarse desde allí a otros puntos de la ciudad durante las mañanas y retornar, en las tardes.

Fabio Romero, quien viaja de lunes a viernes hasta el centro-norte de Quito, para trabajar, cuenta que hacerlo le toma entre una hora y una hora y media.

“Llegar hasta Carcelén (a unos 3 kilómetros) puede llevar unos 20 minutos. Lo más difícil es pasar por el cruce entre la Panamericana Norte y la av. Simón Bolívar. Y lo mismo ocurre en las tardes desde Carcelén hacia acá”, contó.

Al momento, el Municipio construye un intercambiador en el área, se espera que esta obra alivie la acumulación de automotores, está previsto que esté listo a finales de 2015.  Otra preocupación de los habitantes es la inseguridad. Los moradores se quejan de la proliferación de grupos delincuenciales que hacen de las suyas.

Por ello no es raro que cualquier persona a la que se aborda en alguna calle o un parque cuente haber sido víctima de algún robo en los espacios públicos o en las viviendas.
Otro aspecto que inquieta es el incremento de la venta de droga que, de acuerdo con los vecinos, se realiza a cualquier hora del día y en cualquier lugar. (I)

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