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Atucucho, una historia de organización y paciencia

Atucucho, una historia de organización y paciencia
09 de febrero de 2014 - 00:00

Atucucho más que un barrio es una comunidad. Una población cuyos inicios datan de 1988, cuando en el Ecuador se hablaba de “Pan, techo y empleo”.

Las 600 familias migrantes que se instalaron sobre el barrio San Carlos (noroccidente), iniciaron su lucha por la tierra, por el techo y por el pan en esos años.

Atucucho (en quichua Atuk Kuchu – “rincón del lobo”) está ubicado entre la quebrada del mismo nombre (sur) y la de Rumiurco (norte).

Para llegar es necesario cruzar la avenida Mariscal Sucre (Occidental) y subir bastante. El recorrido que hace el bus hacia el sitio es prácticamente en sentido vertical. Si Quito está situado a 2.800 msnm., el barrio está en promedio a 3.500 msnm.

La vía de acceso es asfaltada, aunque no deja de ser “culebrera”, y la mayoría de las 30 calles (se identifica por número) es adoquinada; no obstante, aún hay algunas que recuerdan el pasado de abandono en el que vivió el sector.

El barrio vivió décadas de pobreza y exclusión, algo que no se imaginaron sus primeros pobladores cuando invadieron la hacienda del mismo nombre, propiedad del Ministerio de Salud, alentados por el Ejército y con el permiso del Gobierno.

Su lucha por vivienda se relaciona con la vida de los traficantes de tierras Segundo Aguilar y Carlos Yacelga, quienes promovieron la ocupación, auspiciados por un partido de derecha. Para entonces, Aguilar y Yacelga ya tenían experiencia por la invasión de la Hacienda Pisulí, también propiedad del Ministerio de Salud Pública. Incluso quienes se asentaron en Atucucho, fueron quienes ya no lograron hacerlo en el sector de la cooperativa Jaime Roldós.

En los primeros años, el sector fue conocido como “La Ciudad de los Palitos”, recuerda Luis Robles, un exdirigente. La expresión hacía referencia a que las viviendas eran palos sobre los que se levantaban plásticos y bajo los cuales se acomodaron sus pobladores. El agua era entubada, no había alcantarillado, luz y peor vías de acceso.

La organización fue clave para cambiar paulatinamente la situación. Tras la creación del Comité Promejoras, en 1991, se empezaron mingas para el mejoramiento de las casas y la construcción de una red de grifos públicos de agua filtrada y el alcantarillado, en convenio con el Municipio de Quito.

El trabajo comunitario tuvo éxito porque la zona era una comunidad de albañiles, electricistas, plomeros, cerrajeros, etc., que pusieron su propia mano de obra para construir sus casas, sus calles y la infraestructura para los servicios básicos, afirma Robles.

Así, los fines de semana se volvieron mingas, y eran los días en los que pasaron de los palitos a casas de bloque con techo de zinc. Todavía quedan algunas de estas, pegadas a grandes construcciones, fruto de las remesas de los migrantes.

Muchos crecieron y se casaron allí y ahora han formado su familia en el sector. Ese es el caso de José Paloma, quien llegó a Atucucho cuando tenía 12 años, las calles eran de tierra y las casas se armaban con la misma madera del bosque.

“Hemos luchado bastante. Hoy puedo decir que nos hemos superado bastante. Ya tenemos nuestras casas con escrituras, servicios básicos. Yo me he criado aquí. Es un sitio bonito. Me he enseñado al barrio, a los vecinos, al paisaje”, comenta Paloma.

Pero si bien la organización de los habitantes ayudó a mejorar sus condiciones de vida, no tenían seguridad jurídica. En 1996, mediante ley y decreto ejecutivo, el sector fue reconocido como un asentamiento de hecho y dejaron de ser invasores, para llamarse posesionarios sin escrituras.

Para entonces, la Dirección de Avalúos y Catastros municipal valoró la exhacienda en 370 millones de sucres. Los vecinos tardaron 2 años en reunir parte del dinero (250 millones de sucres), pero cuando quisieron entregar esa suma, les respondieron que se necesitaba el pronunciamiento del Procurador.

Entonces llegó el Gobierno de Jamil Mahuad, el feriado bancario y, por supuesto, la dolarización. Los millones de sucres se convirtieron en 12 mil dólares y era necesario un nuevo avalúo. Así empezaron los problemas de organización, la pelea entre vecinos, la especulación de la tierra por parte de los dirigentes y, por años, se olvidaron de las escrituras.

Pero esta historia tuvo un punto de giro en 2010, cuando en un acuerdo entre los dirigentes barriales, el Cabildo y el Ministerio de Salud, solicitaron a la Asamblea Nacional una Ley interpretativa del decreto legislativo de 1996 y la Ley 2003-5, en vigencia desde mayo de 2003.

El objetivo era actualizar los instrumentos legales y facultar a la cartera de Estado a vender 66 ha de lo que fue la hacienda a los “legítimos posesionarios de los barrios San Jacinto de Atucucho, Nuevos Horizontes y Asociación Agrícola Rumiloma”.

Tras 2 debates, el 29 de julio de 2010, la Asamblea aprobó por unanimidad la ley que permitió la venta de los terrenos a sus actuales propietarios.

Según registros municipales, el 4 de mayo de 2013, se entregaron 480 escrituras; el 15 de diciembre pasado, 220 más y hace unas semanas 182 adicionales.

El presidente del barrio, Manuel Tituaña, comentó que están en trámite 650 escrituras más y que esperan que en 2015, las 2.142 familias de esa zona tendrán seguridad jurídica sobre sus tierras.

Tituaña dice que hay un antes y un después a la ley: “Las condiciones de vida han mejorado. Tenemos la inversión en obra pública y vial y se solucionaron temas de convivencia (peleas entre familias por los linderos). También firmamos un convenio con el Consejo Provincial para el adoquinamiento de unas calles y se implementó un recorrido más de buses”, asegura.

Han pasado más de 25 años desde que llegaron los primeros habitantes y el sector no ha perdido su identificación a través de las mingas. De hecho, para suplir la falta de seguridad se organizan en brigadas nocturnas. Además, han creado el Banco Comunal de Atucucho (hoy con 800 socios); cuyos réditos se reinvierten en programas en favor de niños, niñas y adolescentes.

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