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Alrededor del expenal se vive con tranquilidad

Alrededor del expenal  se vive con tranquilidad
17 de diciembre de 2013 - 00:00

Rosario Chiliquinga acomodaba ayer, igual que todos los días, los confites y bebidas que ella y su madre ofrecen a los visitantes de la cárcel 2 de Quito (expenal García Moreno), en cuyas afueras existía tranquilidad.

No obstante, la mujer reconoció que la mañana del domingo, cuando 55 internos del Centro de Detención Provisional (CDP) se fugaron, sintió miedo. “Y cómo no -dijo-, si se escuchaban balazos y la gente corría para abajo por la (calle) Rocafuerte”. Contó que se guarecieron detrás de un poste junto a su puesto de venta. Con las mujeres habrían buscado refugio otras personas. “Uno de ellos había sido un preso. Le reconoció uno de los guías, quien le pegó en la cara y lo llevó de vuelta a la cárcel”, relató la comerciante.

Sin embargo, Chiliquinga, quien vende frente al centro de rehabilitación social (CRS) hace 7 años tras el incendio de la cárcel de la calle Ambato, afirmó haber superado el susto. Según ella, la situación en torno al expanóptico es tranquila generalmente. “Mire que mi mamá es la que abre el negocio todos los días a eso de las 04:00”, aseguró.

Algo similar expresaron 2 hijas de la propietaria de Víveres Gabrielita, negocio ubicado junto a la puerta del CDP. Las mujeres, que no se identificaron pero que pertenecen a una familia que tiene viviendas al occidente del expenal hace varias generaciones, dijeron que la zona es tranquila y nunca han tenido problemas. Ello a pesar de conocer que la puerta de una de las casas de sus parientes fue tumbada anteayer, por la gente que huía de las balas.

Igual opinó la dueña del local Mi tiendita, quien maneja directamente el negocio desde hace 1 año aproximadamente cuando se jubiló como guía penitenciaria. “Hay gente de los barrios aledaños que viene a dejar sus carros por aquí para que amanezcan resguardados y nunca les pasa nada”, dijo.

Todas aseguraron que por ello no hay muchas casas en venta y que las propiedades tampoco se devalúan. “El arriendo de un departamento por esta zona puede costar 100 dólares, 120 dólares o más, dependiendo del tamaño y los acabados”, dijo una de las entrevistadas en Víveres Gabrielita.

Sin embargo, todos los entrevistados reconocieron que unas cuadras hacia las faldas del Pichincha, donde se localizan las casas de tolerancia del sector La Cantera, y en los alrededores del mercado de San Roque, sí existen problemas de inseguridad.

Por ello, la Policía Nacional tiene identificada al área como una zona roja en la que operan bandas delincuenciales, cuyos miembros se especializan, sobre todo, como arranchadores (37%), atracadores (35%) y lanzas (15%).

Sandra Espinoza, quien se dirigía ayer a realizar compras en el lugar de abasto capitalino, aseguró que adquiere productos allí “por la frescura y los precios”. Pero reconoció que la existencia de antisociales la intranquiliza y por eso ella prefiere no acudir con joyas y solo con el dinero necesario. Al preguntarle si asociaba la inseguridad con la presencia del CRS, dijo no haberlo pensado.

No obstante, el Gobierno Central, en coordinación con el Cabildo, ejecuta un proyecto para trasladar el sitio de confinamiento. Y para ello se construye un moderno centro de rehabilitación social en la Brigada Patria (Cotopaxi), donde se internará a los reclusos de la Sierra norte. Este proyecto, en el que se invertirán 23 millones de dólares, concluiría el próximo año aseguró el sábado último el Presidente Rafael Correa, quien añadió que un hotel reemplazaría al expenal quiteño.

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