Alcalde, una figura con 68 años de antigüedad en Quito
La Gaceta Municipal de enero de 1942, traía en sus primeras páginas un mensaje acerca de las nuevas autoridades que iban a formar el Concejo Municipal.
En dicho documento, las autoridades de esa época dejaban también planteada su opinión respecto a la labor realizada por la administración anterior y lo que esperaban de la que estaba por comenzar.
Así mismo, se pronunciaban respecto al deber del sufragio que las entidades democráticas debían poner en práctica “ordenada e inteligentemente”. En ese entonces, las autoridades del Concejo eran renovadas cada año. El sufragio, decía el mensaje, “consagra ante todo el principio de libertad que tiene todo ciudadano para votar libremente; asegura luego el triunfo de las buenas causas (…) y permite, por último, utilizar las aptitudes, el talento, el patriotismo y los buenos servicios de los ciudadanos más capacitados para regir los intereses públicos o los especiales de una colectividad”.
Acerca de los concejales decía: “Las elecciones de los últimos cuatro o cinco años han dado a la ciudad ediles de verdad, caballeros cumplidos de esforzado civismo, que en noble espíritu de emulación y entusiasmo se han superado unos a otros haciendo una labor de conjunto (…), obras de urbanización, de apertura de nuevas calles, ensanche de otras, formación de nuevos barrios, extensión general de la urbe, construcciones y reconstrucciones. Cuanto dentro del orden material ha sido dable con un presupuesto estrecho y con los pocos medios de que dispone el Cabildo quiteño, uno de los más pobres de la República, en relación con los grandes problemas que debe resolver y el cúmulo de necesidades que tiene (…). Terminar el problema del agua potable a fin de que la capital no pase un año más por la crisis extrema que tuvo que soportar debido a una sequía de casi 10 meses durante los cuales faltó el agua aun para las necesidades personales”.
“La obra de cultura social mereció sobre todo su preferente atención y desde este punto de vista puede decirse que ningún Cuerpo Concejil, de los muchos que se han sucedido en el Cabildo, puede ufanarse de haberse conquistado los mayores aplausos y felicitaciones de los ciudadanos como el de 1941 (…). Para el nuevo Concejo la mayor preocupación deberá ser concentrar en sí ese auténtico quiteñismo que ha hecho prodigios en todo momento e infunde arrestos a todo ciudadano para sacrificarse, si fuere necesario, por la ciudad querida, con tal de verla grande, como la quisieron nuestros antepasados”.
Para 1942 como Presidente y Vicepresidente del Concejo fueron elegidos, Rafael Pérez y Miguel Benalcázar, respectivamente. Los concejales fueron: Luis Román, Guillermo Guarderas, Eduardo Pólit, Gonzalo Pesántez, Ernesto Espinosa, Francisco Cruz, Julio Moreno, Manuel de Guzmán, Jorge Rivadeneira Saá, Julio Prado.
Los elegidos
Como queda claro, la figura del Alcalde como máxima autoridad de la ciudad no existía hasta mediados del siglo pasado.
De hecho, fue instituida recién en 1946, cuando se posesiona como el primer personero con dicha designación al arqueólogo y político Jacinto Jijón y Caamaño.
Antes de aquel año, el principal responsable del Cabildo ostentaba el título de Presidente del Concejo Municipal de Quito.
Cuarenta y siete años y 15 burgomaestres después, la figura mutó por la de Alcalde Metropolitano.
Esto ocurrió en 1993, luego de que se reconociera a la ciudad la característica de Distrito Metropolitano de Quito.
La primera autoridad con esa denominación fue el democratacristiano Jamil Mahuad Witt, elegido para 2 períodos y posteriormente expulsado de la Presidencia de la República tras la crisis bancaria de 1999 y la dolarización.
La creación y, posterior, fortalecimiento de la figura del Alcalde coincidió con el crecimiento poblacional de la ciudad impulsado por la migración de miles de familias tanto de las parroquias rurales cercanas como de otras zonas del Ecuador.
De acuerdo con el Plan de Desarrollo Quito 2012-2022, entre 1950 y 1962 la población se incrementó en un promedio anual de 3,9%; entre 1962 y 1974 ese indicador disminuyó al 3,6%; en el siguiente período intercensal (1974 – 1982) asciende a una tasa de crecimiento de 4,5% promedio anual, para luego descender en forma persistente hasta alcanzar en el último período intercensal (2001 – 2010) una tasa de 2,2% de promedio por año.
Así, el último censo de población y vivienda efectuado en 2010 determinó que el número de habitantes ascendía a 2’239.191 en aquel momento. Esto implica un crecimiento del 10% frente a los 209.399 pobladores registrados 40 años atrás. En tanto que para el año 2022 se prevé que esa cifra llegue a 2,8 millones.
Esto ha hecho que la capital se expanda de forma exponencial hasta alcanzar los aproximadamente 4.235 km² que ocupa el Distrito en la actualidad.Esta situación determinó un cambio en la configuración de la urbe que, a partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado, se extendió hacia el norte; posteriormente (desde los años setenta), la capital “se regó” hacia los valles circundantes, formando especies de “ciudades satélites” e integrando a las que fueron zonas rurales al sector urbano.
Por ello se calcula que dentro de 8 años, el 68,7% de la población quiteña habitará en sectores considerados urbanos.
Esta dinámica generó también modificaciones en la imagen de Quito de la mano de las obras de infraestructura que los alcaldes fueron construyendo.
Así, por ejemplo, a partir de los años sesenta empiezan a edificarse puentes vehiculares hacia el sector norte, mientras que entre 25 y 30 años más tarde se establecieron muchos de los intercambiadores de tránsito existentes en la actualidad, tales como el de la intersección de las avenidas 10 de Agosto y República, así como el ubicado en el sector de El Labrador.
En las últimas décadas, la ciudad también ha multiplicado sus espacios públicos, los que van desde los parques lineales al borde del río Machángara, pasando por los llamados parques metropolitanos; hasta el recién inaugurado Parque Urbano Qmandá.