Verano de las Artes Quito (VAQ) fue la primera muestra de la propuesta cultural de la actual administración municipal. Con ella, durante un mes la ciudad fue el escenario de más de 200 eventos artísticos, a los cuales, el Cabildo previó que asistirían más de 300 mil personas. El presupuesto para el evento fue de $ 1 millón y toda la programación se planificó en unos 2 meses y medio.

La Secretaría Metropolitana de Cultura quiso hacer de la ciudad un “corredor de nuevas propuestas culturales”, en palabras de Miguel Alvear, director de Creatividad, Memoria y Patrimonio. La propuesta buscaba generar nuevos públicos en el Distrito.

Además, la entidad quiso generar entre la comunidad un nuevo concepto de programación cultural. Su propuesta se basaba, al menos como idea, en la formación de públicos y diversificación de la programación. Ese fue el caso de los conciertos en los barrios donde se presentaron diferentes ritmos y géneros.

“Manejamos la idea de llevar lo que la gente no esperaba; queríamos exponer a la gente a cosas que no conocía. Esto nos dio cierto temor al inicio, porque en algunos barrios nos decían ‘dónde está la tecnocumbia’ u otros artistas de ese género. Pero el VAQ propuso escuchar por ejemplo a Curare, Mala Maña, Guardarraya, etc. Así, los conciertos fueron como decirle a la gente, ‘mira esto también se produce en tu ciudad”, dijo Alvear.

La propuesta fue calificada como positiva por el cineasta, quien mencionó que el VAQ dejó de lado el proselitismo y el contenido político, aunque reconoció que un sector de la ciudadanía reclamó por la propuesta que presentaba la Velada Libertaria.

Pero no toda la comunidad artística estuvo de acuerdo con la nueva propuesta y la calificaron como excluyente. Es así como un colectivo conformado por 43 personas y más de 5 agrupaciones artísticas hicieron pública su protesta contra la programación del VAQ y hace 10 días enviaron una carta abierta al alcalde Mauricio Rodas, en la cual señalan que los organizadores violaron la Constitución.

Gerardo Ramos, presidente de la Asociación de Música y Danza Andina del Ecuador (Amape) y parte de los firmantes, dijo que no se respetaron temas como la participación ciudadana en la elaboración de propuestas públicas, que se dejó de lado el cumplimiento de la diversidad, pluralidad, multiculturalidad e inclusión, derechos amparados por la Carta Política.

Las organizaciones dicen en su carta que 18 agrupaciones acapararon 108 presentaciones y que esto significó que 90 grupos de todos los géneros quedaran excluidos.

De igual manera, Ramos señaló que la Secretaría de Cultura no realizó una convocatoria para la presentación de iniciativas. “Cuando nos acercamos a entregar nuestras propuestas, la Secretaría de Cultura nos comunicó que la programación de verano ya estaba lista; nunca pudimos participar (...). Se pagó más de $ 14 mil a artistas internacionales y a nosotros nos dijeron que no había presupuesto para realizar actividades como la celebración del Inti Raymi o la fiesta afro en octubre”, precisó el activista.

Quienes protestan no han recibido, hasta el momento, una respuesta por parte de la Alcaldía y plantean tomar medidas como plantones en sitios públicos hasta que su reclamo sea escuchado.

Sobre este tema, Alvear dijo que es imposible poner a todo los grupos de artistas de la ciudad. Y con respecto a la presentación reiterativa de bandas, señaló que esto se debe a la propuesta presentada por la Secretaría. “La crítica viene porque un grupo quiso estar y no estuvo. Pero podría estar incluido el próximo año; a todos les llegará el turno de participar, aseguró”.

Mientras tanto, otros gestores culturales opinan distinto a los críticos pues creen que el evento tuvo una gran acogida del público, a pesar de que la organización tuvo apenas un par de meses para preparar la programación.

Darío Granja, gestor cultural de Plan Arteria, dijo que la programación presentada fue atractiva, pues la ciudadanía tuvo a su alcance teatro, música, cine y más proyectos. “Hay cosas por mejorar; por ejemplo, el concierto de música Folk, fue innecesario realizarlo en 2 fechas y con una misma cartelera, principalmente por tema de presupuesto. En el tema de los conciertos de los barrios, se repitieron las bandas y si existió un reclamo de otras bandas y colectivos culturales es normal. Es un riesgo que se corre. Pero se deben ampliar más las propuestas”, dijo Granja.

David Jara, gestor cultural de Encomma e Hilo Negro, mencionó que la propuesta en los barrios fue una buena incitativa, pues la gente se quedó en los conciertos. Dijo que en el parque urbano Cumandá moradores de los barrios de La Loma y San Sebastián escucharon la propuesta musical. “En lo que respeta a la gestión, lo que se debe rescatar es la diversidad de propuestas, pues la programación no fue planificada y se apostó por la difusión de la cultura de la ciudad y nuevas bandas (...). No concuerdo mucho con la forma de comunicar; creo que fue muy tardío. No fue adecuado para la creación de público nuevo, sino que fue enfocada a la gente que gusta de la música alternativa”, refirió el activista.

El próximo reto que tiene la Secretaría de Cultura es la programación para las fiestas de Quito. Alvear señaló que para esa época, los barrios, a través de las administraciones y organizaciones barriales, serán quienes propongan la programación, con el fin de potenciar las actividades económicas y culturales de cada lugar.

Adelantó que Quito disfrutará de un festival internacional de música que la Alcaldía pretende que se convierta en un referente regional.

Sobre festivales como el Quitu Raymi y el Quito Fest, Alvear señaló que la Secretaría está analizando qué se va hacer con ellos, que se está trabajando en un mapeo para conocer cuáles califican bajo esa denominación, cuáles no y cuáles requieren apoyo para potenciarse, entre otros aspectos.