5 MW de Palmira van a Pichincha
La Agencia de Regulación y Control de Electricidad (Arconel) emitió el pasado miércoles el título habilitante al proyecto Palmira-Nanegal, con lo cual la hidroeléctrica cumplió con el último paso para mantenerse en operación comercial.
Esto significa que la central se halla de manera formal en el mercado para despachar energía y ser remunerado por ese servicio.
Así lo confirmó José Rafael Armijos, gerente de la compañía Palmira-Nanegal.
A decir de Armijos, la emisión de este título se cumplió en vigencia de los plazos establecidos, luego del oficio entregado por el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senase).
Este título se dio a un mes de que la obra entrara en operaciones. La Empresa Pública Hidroequinoccio, constituida por el gobierno de Pichincha, suscribió el contrato de construcción con la Compañía Constructora Nacional por $ 22’956.943, en el cual se incluyeron obras civiles y equipamiento.
El proyecto está ubicado en la parroquia quiteña Nanegal, en el noroccidente de Pichincha, cuya población es de 4.000 habitantes.
Los trabajos contemplaron obras de conducción de agua y electricidad, manejo de quebradas, alcantarillas, tanques de carga, tubería de presión, casa de máquinas, caminos de acceso, entre otras.
Estudios previos
Gerardo Morales Zurita, especialista eléctrico en Hidroequinoccio, empresa conformada por la Prefectura de Pichincha para desarrollar este tipo de proyectos, detalló que antes de hacer realidad esta obra, primero se efectuó el estudio de la cuenca del río Guayllabamba.
El objetivo era tener otra fuente de energía, además de Coca-Codo-Sinclair.
Esos análisis fueron el punto de partida para pensar en siete proyectos con los que se generaría una potencia de 1.400 megavatios (MW).
Fue así que el Consejo Provincial traspasó los estudios a la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec).
Como parte del proceso se ejecutó la Central Hidroeléctrica Manduriacu, que tiene potencia de 65 MW y emplea las aguas del Guayllabamba; pero aún hay 1.335 MW que pueden ser empleados del caudal de ese río.
Luego de esos trabajos se efectuaron proyectos más pequeños con el apoyo de socios estratégicos hasta crear una alianza público- privada. Fue así que se llegó al plan Palmira, que se alimenta del río Alambi, del cual capta 13,5 metros cúbicos por segundo (m³/s) para obtener la potencia de 10 MW y así beneficiar a alrededor de 128.000 pobladores.
Morales explicó que de esta carga de producción, 5 MW de energía llegan al noroccidente de la provincia, concretamente a poblaciones como Pedro Vicente Maldonado, Nanegal y Los Bancos; los otros 5 MW se encaminan hasta Santo Domingo de los Tsáchilas para ingresar al Sistema Nacional Interconectado, que es el que distribuye energía a todo el país.
Expectativa de la población
Los habitantes reconocieron que es de gran ayuda la inversión, sobre todo para las zonas que no contaban con energía.
Esa es la impresión de Irlanda Taboada Jurado (60 años), quien nació en Nanegal Grande. Recordó que hace 50 años el servicio era parcial, ya que hacía deberes antes de anochecer. “Había luz hasta las 15:00”.
Hay moradores que recuerdan más allá y -literalmente- vieron oscura la situación, ya que el servicio era nulo. Tal es el caso de Leonidas Reyes (72 años), quien nació en la comunidad.
El hombre contó que antes la zona era montañosa, las casas eran de madera y de guadúa y no había luz. “Jugábamos hasta las 17:00 y en las noches nos metíamos a la casa”, recordó Reyes.
El jubilado, quien vive alrededor del parque central de Nanegal, dijo que cuando tenía 20 años se instaló un sistema de luz con motor a diésel que se prendía a las 20:00 y se apagaba a las 22:00; fue dado de baja tras la llegada de la electricidad.
El gobierno seccional incluye este tipo de obras en su plan de trabajo porque están orientadas al impulso del desarrollo de la zona. Esa es la expectativa de Martha Prado, vicepresidenta de la parroquia Nanegal.
La dirigente aseguró que todavía hay propuestas que se deben cumplir. Señaló que los moradores esperaban más empleos, más negocios en torno a la obra, transporte, etc. “Vino gente de fuera y nos desplazó. No se invirtió lo que esperábamos”.
No obstante, Prado advirtió que se llegó a un acuerdo con la gerencia de la obra por el valor que recibirá la parroquia por las utilidades que perciba la empresa.
Estimó que la comunidad recibiría unos $ 24.000 al año, que serán invertidos en producción, sector turístico y reforestación. “Tenemos que devolver a la parroquia los árboles que fueron talados”, expresó Prado. (I)
La generadora de energía tiene rasgos ecológicos
José Luis Beltrán, supervisor de Operación y Mantenimiento del sistema Palmira-Nanegal y quien labora en la generadora desde agosto de 2017, detalló que en la actualidad el personal trabaja con turnos de 12 horas.
El empleado añadió que hay un operador en el día y otro en la noche para mantener un seguimiento permanente en la infraestructura. El personal cumple jornadas de 14 días laborables y 7 días de descanso.
En la hidroeléctrica hay cuatro operadores; además, hay dos personas para la limpieza del tanque de carga, quienes laboran en la mañana y hay otros dos operadores para la parte de captación.
La obra genera fuentes de empleo y es amigable con el medio ambiente, a decir de Juan Hinojosa, gestor social y relacionador comunitario.
El comunero explicó que lo primero que conocieron los moradores de la zona fue que la energía generada es limpia.
Hinojosa aseguró que durante la ejecución del proyecto no hubo fuerte impacto ambiental, ya que para la construcción se levantó la plataforma sobre potreros.
Además, hay un plan de manejo ambiental para restituir los árboles talados y se regeneró la vegetación. Además, el agua que se pide prestada al río Alambi se devuelve limpia al cauce. (I)
Los 4.000 habitantes de la parroquia Nanegal se benefician directamente del suministro de la mitad de los 10 MW de energía que produce el sistema hidroeléctrico Nanegal. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo