2.800 cucuruchos y verónicas mantienen viva la tradición
La jornada para los cucuruchos y las verónicas inició a las 07:00, cuando las puertas del convento de San Francisco se abrieron para recibir a más de 2 mil devotosque ayer participarían en la tradicional procesión de Jesús del Gran Poder. Es la quincuagésimo tercera ocasión en que los fieles católicos recorren las calles del Centro Histórico.
Los feligreses se concentraron en los patios del colegio San Andrés, que se encuentra detrás del convento. El sol aún no calentaba la ciudad y varios se desvestían, a pesar del frío, para encarnar a los cucuruchos.
Las túnicas moradas eran colocadas a un costado de sus maletas, al igual que otros elementos que completaban el atuendo, como cuadros de Cristo sangrante, crucifijos, rosarios y figuras de santos; todos se mezclaban con los objetos de penitencia, entre ellos alambres de púas, látigos, cadenas, coronas de espinas, ramos de ortiga y anchos maderos en forma de cruz.
Los hermanos Mauricio (31 años) y Wilson (32 años) Cayancela participan todos los años de la procesión. Tienen como tradición levantarse ese día a las 05:00 para tomar el primer bus a la Mitad del Mundo y buscar plantas de cactus en forma de cruz. “Mi hermano y yo llevamos más de 5 años siendo cucuruchos, consideramos que es un acto de agradecimiento a Dios. Cuando ya salimos del convento a la calle solo nos concentramos en el dolor y los rezos van calmando las heridas. Esta es nuestra manera de mostrar que creemos en el Señor”, comentó Mauricio, mientras Wilson amarraba la planta espinosa con un cordón blanco para luego colocarla sobre la espalda de su hermano.
A un costado de un aro de básquet esperaban Víctor (65 años), Eduardo (67 años) y Alfredo (71 años) Tabango. Los tres representan la escena de la crucifixión. Víctor y Alfredo visten trajes de soldados romanos, mientras que Eduardo es Jesús. Estos hermanos participan de la procesión desde 1961; es más, se autodenominan ‘fundadores’.
“Al inicio solo salíamos los tres con unos pocos cucuruchos y únicamente recorríamos las calles que rodeaban al Centro Histórico. Creo que más fieles se unieron ya por la época de los años ochenta. Nosotros seguiremos con la tradición hasta cuando tengamos fuerza, pues Dios reconoce las penitencias”, mencionó Alfredo.
Según datos presentados por los religiosos franciscanos, este año participaron 2.500 cucuruchos y 300 verónicas.
Para Jorge González, párroco encargado de la organización del acto, este año el número de participantes aumentó. Además, según el sacerdote, asistieron cerca de 110 mil personas a ver la procesión que recorre las calles del Centro Histórico.
Antes del mediodía, la calle Bolívar, paralela al convento de San Francisco, se tornó de color morado, pues los cucuruchos y verónicas estaban listos para su peregrinación, que duraría casi 4 horas.
Desde el atrio de la iglesia de San Francisco salieron las imágenes de la Virgen Dolorosa, Juan Bautista y Jesús del Gran Poder. Ese fue el momento más solemne, pues la última imagen fue recibida con el tocar de las dianas por parte de la Policía y el Ejército.
Las imágenes sobresalían de entre los conos de los cucuruchos, quienes a esa hora empezaban a mostrar las laceraciones en sus pies.
La procesión iba acompañada por tres bandas musicales, mientras el sol, que ya se ubicaba en la mitad del cielo, calentaba el pavimento y los primeros síntomas de dolor y cansancio se reflejaban en los rostros de los devotos.