El exalcalde de Quito, Augusto Barrera, critica que la ciudad y el país no hayan debatido más sobre la conferencia Hábitat III y que el tema se centrara en los beneficios económicos del evento.   Traza también algunos conceptos sobre los temas que se tratarán en el encuentro, como inclusión, movilidad, vivienda y participación social. ¿Cómo influyeron las anteriores conferencias de Hábitat? No creo que el mundo cambie con declaraciones, pero las cumbres ayudan a construir una especie de sendero, de reflexión. Un ejemplo típico es el VIH-sida que, antes, era tratado casi como un tema moral o religioso. Cuando se incorporó como uno de los Objetivos del Milenio abatir el sida, se convirtió en un tema de política pública de los estados.¿Existen diferentes agendas urbanas en el mundo? Se ha intentado construir unos ‘mínimos comunes’. La idea es que en cualquier urbe uno pueda tener necesidades materiales básicas resueltas; no digamos lujos, pero sí un suelo seguro en cuanto a propiedad, que no se caiga, que haya acceso a agua, alcantarillado, movilidad, parques. Lo segundo es que en tu ciudad tú puedas participar en las decisiones fundamentales. Y el tercer pilar es el desarrollo de capacidades que permitan trabajar y vivir con tu identidad de GLBTI, de africano, de lo que fuere. ¿Hasta dónde son responsables los cabildos en el tema vivienda? Hay claridad con respecto a que las responsabilidades son una concurrencia del gobierno multinivel (gobierno central y municipios). Sobre vivienda, en la mayoría de los casos, lo que hace el Municipio es fundamentalmente producir suelo urbano; pero la mayor parte de los programas son soportados por los gobiernos nacionales. ¿Se debatirá la recuperación de plusvalía, de la redistribución de los beneficios urbanos? La agenda que se aprobará plantea que la generación de plusvalía en una ciudad debe ser redistribuida entre los habitantes. La generación de plusvalía en una ciudad puede, evidentemente, deberse a inversión privada. Pero en su mayoría tiene que ver con decisión pública, con infraestructura, equipamiento y política pública. Y la agenda es clara en la necesidad de construir mecanismos, sobre todo tributarios, de redistribución de la riqueza. ¿Cómo afrontar el tema de los asentamientos informales? Todo lo que se pueda construir en adelante no debe tener los conflictos del pasado. Entonces, hay que ofrecer en adelante vivienda segura, en condiciones adecuadas. Y en cuanto al pasado, a los barrios informales, hay cosas de principio: si un barrio está en zona de riesgo, se debe relocalizar. Pero eso no significa expulsar, sino ofrecer alternativas. Lo demás: falta de accesos, servicios, movilidad es totalmente manejable. ¿El concepto ciudad inclusiva se refiere solo a discapacidades? El tema de las capacidades especiales y el tema de los niños son, probablemente, los más radicalmente cuestionadores. Al pensar en una ciudad del futuro, uno debería pensar en una donde los niños puedan moverse. Hoy, a nadie se le ocurre dejar a un niño solo en la ciudad. Y lo propio para un discapacitado. Debería ser una ciudad en la que una persona en silla de ruedas, no vidente o lo que sea pueda moverse. Pero el concepto de ciudad inclusiva es más amplio. La ciudad inclusiva tiene varias dimensiones: espacial, socioeconómico, de género, empleo y oportunidades. ¿Cómo incluir a la gente en el debate de estos temas? La agenda urbana es un tema de autoridades, pero yo habría aspirado a que Hábitat III produzca pedagogía social. La calidad del debate público del país ha sido totalmente limitada (se enoje quien se enoje) y en la ciudad más aún. La gente piensa que Hábitat es una especie de feria de vivienda, de algo; no está muy claro que son los temas sobre cómo vivimos. Se dice que va a dinamizar económicamente a la ciudad... Está bien, pero para eso mejor traes a Messi, al Barca y tal vez viene más gente. No digo que no es importante el tema turístico, pero es un tema absolutamente menor en relación a lo sustantivo. ¿Qué modelo se plantea en movilidad? El consenso es que hay que ir a otro modelo, de una ciudad que no siga creciendo salvajemente, que sea compacta, que los servicios están cerca, que puedas incorporar un sistema de teletrabajo, que sea una ciudad con varios centros y que estos se conecten básicamente por sistemas de transporte público y movilidad no motorizada. Ese sería el nuevo paradigma. ¿Cómo interviene el concepto de smart cities en ese cambio de paradigma urbano? En muchos casos, esto sirve como un mecanismo de venta de tecnología. Considero que los mecanismos de innovación social pueden utilizar tecnología, pero la inteligencia se necesita que esté en la sociedad, no en los aparatos. (I)