Joan Subirats dijo en un artículo del diario La Opinión sobre la Declaración de Quito, que se aprobó el jueves, al cierre de la conferencia Hábitat III.          El catedrático español señala que “refleja las ambigüedades y la retórica de este tipo de documentos, sometidos a infinitas correcciones, vetos y cautelas por parte de cada actor, dependiendo del tema”. Subirats describe que no se habla de democracia porque molesta a algunos países, pero sí de participación y de gobernanza. No se habla de los colectivos LGTBI, ya que molesta a otros, pero sí de diversidad y de familia. Y así en muchos temas. Señala que, en contraposición, “por primera vez se menciona el ‘derecho a la ciudad’”. El término se refiere a la profundización de los derechos sociales, la equidad y la justicia social, junto con la sostenibilidad y el acceso a la vivienda. El académico apunta que pese a lo genérico que ello parezca, la resistencia mostrada por diversos países en relación a su admisión muestra el potencial de este tipo de declaraciones como argumento para impulsar cambios que no son para nada evidentes en momentos como los actuales. Sobre la utilidad de las cumbres y los documentos derivados de ellas, el exalcalde de Quito, Augusto Barrera, dijo hace unos días a EL TELÉGRAFO que “ayudan a construir una especie de sendero de reflexión de la problemática”. Barrera tiene claro que las cumbres no resuelven los problemas inmediatamente, pero “sí ayudan a construir unos valores, unos cambios de conducta”. El exalcalde ejemplifica esta situación con el tema del VIH-sida, que, en principio, era abordado desde una perspectiva moralista e incluso religiosa. No obstante, cuando el combate  a la enfermedad se convirtió en uno de los Objetivos del Milenio, pasó a ser política pública en muchas naciones del mundo. Y lo mismo ocurriría en temas de representación política de mujeres, muerte materno-infantil, embarazo adolescente y, también, en cuestiones de desarrollo urbano y sostenibilidad de las ciudades. Sobre los alcances de las resoluciones de Hábitat III, el propio Barrera escribió en su cuenta de Twitter que “en las próximas décadas se hablará de la Nueva Agenda Urbana  aprobada en Quito”. Respecto al documento, el también catedrático se declara optimista de que “ahora hay una agenda global: el cambio climático que se discutió en diciembre en París; hay una reorientación de los objetivos de desarrollo sustentable que ya no son los Objetivos del Milenio al 2015, sino al 2030. Y Hábitat III”. Subirats y Barrera coinciden en sus reservas respecto al concepto de ciudades inteligentes (smart cities). El catalán dice, al respecto, que “si bien esta incorporación (a la declaración) es positiva, sorprende en cambio la admisión sin matices críticos de la estrategia de smart city entendida como oportunidad”. Le preocupa la captura que grandes corporaciones dedicadas a la generación de este tipo de productos pretenden hacer del concepto refugiándose en la neutralidad positiva del cambio tecnológico. Así mismo, para el político ecuatoriano la idea es, a veces, parte del marketing. Ejemplifica esto con el hecho de que “un aplicativo que te diga en la puerta del parqueadero que no hay plazas de estacionamiento, no es inteligente porque ya cruzaste media ciudad hasta allí. Lo inteligente es que no hagas el viaje”. Y añade que los mecanismos de innovación social pueden utilizar tecnología, pero se necesita que la inteligencia esté en la sociedad, no en los aparatos. La industria turística espera el efecto rebote Entre tanto, la repartición de los beneficios económicos turísticos del Hábitat III resultó desigual. Por un lado, las aproximadamente 12.000 plazas de alojamiento existentes en la ciudad estuvieron copadas durante el evento. En cambio, la venta de paquetes turísticos no fue la esperada por las agencias de viajes. José Luis Egas, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes de Pichincha, señala que el hecho se explica porque la mayoría de asistentes eran funcionarios públicos que cumplieron una agenda apretada y debían regresar enseguida. No obstante, esperan que esas mismas personas regresen en un futuro con sus familias. (I) PRINCIPIOS DE LA NUEVA AGENDA URBANA La terminación de la pobreza y de la extrema pobreza debe ser dejada atrás mediante la equiparación de los derechos y oportunidades.   Construcción de economías urbanas e inclusivas, a través del apalancamiento en los beneficios que otorga una buena planificación, alta productividad, competitividad e innovación. Apoyo a la sostenibilidad ambiental a través de la promoción de energías limpias, el uso urbano sustentable de la tierra y los recursos, a fin de proteger los ecosistemas y la biodiversidad. Terminación de epidemias como la del VIH-sida, tuberculosis y malaria, promoviendo la seguridad en materia de salud, y  eliminación de discriminación y de toda forma de violencia. Reconocimiento de la igualdad de oportunidades, la diversidad socio-económica y cultural, la integración urbano-espacial, el derecho a la educación, a la buena nutrición y a la salud alimentaria. Asegurar la participación política pública proveyendo un acceso equitativo y seguro a las instancias de decisión para todos. Proveer acceso igualitario para todos a infraestructura física y social, así como a servicios básicos y a viviendas accesibles tanto en lo físico como en la parte de financiamiento para su adquisición. Promover el empleo pleno y productivo y el trabajo honrado para todos, asegurando la creación de trabajos decentes y acceso equilibrado e igualitario universal a las oportunidades y recursos económicos y productivos.   Prevenir la especulación de la tierra y promover la tenencia segura de los bienes inmuebles mediante el manejo urbano adecuado.