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El Telégrafo
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La Vicentina fue hogar de parte de la naciente clase obrera quiteña en el siglo XX

El barrio fue creado a partir de la división de haciendas y quintas que abastecían de alimento a la ciudad. Desde los años sesenta, el sector se extendió hacia la parte nororiental de la urbe. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
El barrio fue creado a partir de la división de haciendas y quintas que abastecían de alimento a la ciudad. Desde los años sesenta, el sector se extendió hacia la parte nororiental de la urbe. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
22 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

El barrio La Vicentina nació en 1933 de la parcelación de terrenos de la estatal Junta de Asistencia Social y de la hacienda La Cruz Verde, según consta en los libros del Cabildo quiteño, los que lo ubican como uno de  los barrios cuyos habitantes pertenecían a la naciente clase obrera capitalina.   

A inicios del siglo XX, la entonces incipiente expansión urbana significó la creación de nuevos espacios de asentamiento humano, muchas veces a consecuencia de la dinámica económica que imprimió en la ciudad el ferrocarril. Para aquella época, Quito contaba con 7 haciendas en el sur y 7 en el centro y norte de la urbe.

Otro ejemplo de esta situación es lo ocurrido con la hacienda La Floresta, en las cercanías de lo que hoy es La Vicentina, y que pertenecía a la familia Urrutia. Dicha propiedad también desapareció en medio de la expansión de la mancha urbana capitalina.

Según el libro La ciudad y los otros, de Eduardo Kingman, el ferrocarril produjo, por un lado, la dinamización del mercado interno y el desarrollo urbano. Y por otra parte, nuevas formas de estructuración social empezaron a generarse en Quito como resultado del influjo del capital comercial y de los cambios introducidos en el sistema terrateniente, dando paso al surgimiento de nuevos sectores y espacios sociales urbanos.

Durante los años veinte, el Ecuador se enfrentó a una profunda crisis económica a causa de la baja del precio del cacao, la escasa exportación y la crisis económica mundial.

Quito no fue ajena a los efectos de esos problemas, lo que provocó que los dueños de las haciendas buscaran deshacerse de algunos bienes improductivos y lotizaran sus propiedades bajo criterios de especulación de la tierra.  En esa época, además, se registra un incremento de la población migrante que, en muchos casos, prefirió asentarse en la naciente zona urbana del norte de Quito y no en áreas semirurales como La Magdalena o Chillogallo.

La Vicentina, que hoy alberga a unos 10 mil habitantes, fue uno de aquellos sectores.

Carlos Calisto, presidente de la Sociedad Cultural del Obrero, presentó ante el Concejo Municipal la petición de la formación de la zona.

“Podríamos decir que estos barrios eran el modelo de los barrios obreros de Quito, con lotes pequeños, carencia de servicios básicos; como máximo contaban con grifos públicos de agua y con abundante población”, describe el libro Memoria Histórica y Cultural de los barrios La Vicentina y El Dorado.   

Según el texto, el nombre de Vicentina fue adoptado en honor a san Vicente Ferrer. En los primeros años de formación, el barrio se asentó alrededor de las calles Melchor Benavides y Alfonso Pierre. El sitio comenzó a construirse a través de mingas de personas de las clases populares.

“Este sector era dedicado a la agricultura y al pastoreo. El único camino que nos comunicaba con el resto de la ciudad era la calle Queseras del Medio, que era de tierra, prácticamente un chaquiñán; no estaba construida todavía la Casa de la Cultura, todo era un gran potrero, que llegaba hasta La Alameda, que en ese entonces ya era considerado un parque”, comentó Fabián Peña (65), antiguo morador de la zona.

El trabajo comunitario (mingas) también fue importante para que la zona fuese modernizándose poco a poco. De esa manera, a partir de la década de 1940, el Municipio instala en el sector servicios básicos. En aquella época, también, se lotizan fincas como El Bosque; así mismo, los terrenos de los padres jesuitas se convirtieron en ciudadelas y otros predios en cooperativas de vivienda.

“A partir de los 60 se expande el barrio; recuerdo que teníamos un espacio de recreación que era la cancha de golf (ahora Concentración Deportiva de Pichincha). Recuerdo que el barrio era muy unido y hogar de gente muy tranquila. De aquí salieron grandes profesionales, artistas, políticos y deportistas”, comentó Alejandro Barragán, hijo del primer presidente barrial de La Vicentina.

Actualmente, el sector se encuentra totalmente urbanizado y forma parte de la parroquia Itchimbía. No obstante de contar con todos los servicios básicos, los moradores piden a las autoridades mayor atención en el tema de seguridad.  Barragán indicó que el barrio es proclive a tener robos y asaltos.

Así mismo, pidió la creación de espacios verdes, pues el sector carece  de  sitios de recreación suficientes, situación a la que atribuyó la proliferación de pandillas y la presencia de delincuentes.

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