En el abanico de jugadores encontraremos futbolistas que gozan de particularidades muy distantes, no solo si les ponemos la lupa en aspectos futbolísticos, sino también por su carácter y todo lo que generan a su alrededor. Estas coyunturas en la mayoría de los casos tienen vestigios del pasado de cada deportista, que incluye formación social, familiar y todo lo que les ha tocado vivir. La historia del balompié es tan amplia que muchas veces logramos comparar a jugadores de diferentes épocas, ya sea por características o puntualmente por momentos específicos de sus carreras y lo que pudieron transmitir.

Pero en este caso particular, me atrevo a aseverar que el sueco Zlatan Ibrahimovic se destaca, no solo por sus casi dos metros de estatura, sino también porque reúne características muy especiales que lo hacen diferente al resto. De un carácter muy controversial, pero que a su vez produce simpatía, supo a base de ostentar un caudal sublime de recursos técnicos, ganarse el respeto del mundo del fútbol, situación que se fue acrecentando con el correr del tiempo por ratificar en cada club que jugó su don de líder futbolista, lleno de convicciones y riquezas dentro del campo de juego.

Ganador nato, delantero versátil que junto a su capacidad goleadora implacable entendió que el show es parte de lo que la gente espera de él y desde ese conocimiento construyó un personaje atractivo para el negocio y determinante para su equipo. No es algo habitual que un jugador de semejante envergadura goce de una elasticidad y coordinación tan finas como el punta sueco, que agrega a sus partituras destellos de buen gusto y mañas de potrero, combinaciones tan complicadas de encontrar en un solo futbolista que lo encumbran en escalafones de élite.

Algo que es necesario tener claro es que si este gigante hubiera nacido en un país con más potencial en su selección, seguramente la notoriedad y consideración mundial llegarían a otros niveles. Pocos años le quedan al extraordinario delantero que hoy es la referencia indiscutida del Manchester United y por eso hay que disfrutarlo y seguir aprendiendo de él, donde juega de pivote para esperar la llegada de los volantes, sin contar que se mueve dentro del área tan bien que los centros de los carrileros lo encuentran para definir y, por si fuera poco, es parte de la construcción del juego cuando el equipo lo necesita.

Un jugador total, completo y que perdurará en la retina de todos, no solo por su talento natural y todas sus excentricidades, sino también por ser un crack indomable. (O)