La simplificación de los trámites administrativos y el pago de los impuestos que, incluso, es un principio constitucional del régimen tributario que busca, dentro de lo posible, que el sistema sea más amigable
con el ciudadano y las empresas.

Ecuador, país pionero en el sistema de autorización previa en las facturas impresas, y ahora en facturación electrónica, podría hacer su sistema más eficaz y responder adecuadamente a la velocidad que requieren los negocios validando los vouchers que se emiten en transacciones con pagos con tarjetas de crédito o débito como facturas y evitar la duplicación de procesos; así como la posibilidad de emitir comprobantes electrónicos desde la aplicación “SRI móvil”.

Esta alternativa abre la puerta a cosas más grandes y un trabajo conjunto entre la banca y plataformas como Facebook para ampliar el control a personas que hoy por hoy no existen en el sistema financiero o que generan ingresos y no aportan con el pago de impuestos.

En esta línea vemos con preocupación la reforma tributaria que propone eliminar agentes de retención y creación de un régimen particular para microempresas, que entre otros “beneficios” estaría el no llevar contabilidad. Ambas reformas, de ser aprobadas, debilitarían el sistema de gestión de tributos en el Ecuador y es un aliciente para el reaparecimiento de venta de facturas, ya que se propone que tributen el 2% sobre los ingresos brutos, es decir no tienen incentivo de tener facturas de soporte de gastos.

Que venga como una propuesta de la Presidencia y sin observaciones del Legislativo, no es algo que deba sorprender, lo preocupante es que venga avalado por el Servicio de Rentas Internas, que debería aportar con una visión técnica a la reforma.

Es lamentable también que se mire a la contabilidad como un formalismo innecesario, cuando todo empresario, en la administración y decisiones de negocio en el día a día requiere de información y cifras sobre los costos de insumos y materias primas, costos laborales y de producción, bienes en bodegas, productos disponibles para la venta, el desgaste de sus activos. Por lo que va contra toda lógica pretender exonerar de llevar contabilidad; y quien así lo haga “porque manda la ley” solo demostraría un interés de tener una microempresa para no pagar los impuestos debidos y defraudar al Fisco.

Los gastos de asesoría contable, gracias al desarrollo de softwares y aplicaciones en la nube que se gestionan remotamente han disminuido los costos de manera importante, lo cual se paga con creces a la valiosa información que se obtiene para el negocio.

Por el contrario, toda malla curricular universitaria debería incluir, promover y entender la contabilidad para poder leer un balance, si la idea es favorecer el emprendimiento y no lo contrario. (O)