Punto de Vista
Vivir la vejez sin estereotipos y discriminación
El término edadismo (‘ageism’), ideado por Robert Butler (1969) se refiere a una forma de intolerancia hacia las personas por razón de su edad. Podemos decir que tiene que ver con el no reconocimiento de la dignidad y de los derechos de las personas -ya sean niñas, jóvenes, adultas o viejas-. El concepto de ‘ancianismo’, traducido como ‘old ageism’, equivaldría más a formas estereotipadas, prejuiciadas y discriminatorias de percibir la vejez y de tratar a las personas viejas.
Desde finales de la última década del siglo XX, y a propósito de las celebraciones orientadas a generar conciencia del envejecimiento, se ha hecho particular hincapié en la necesidad de identificar y superar creencias falsas relacionadas con el envejecimiento, la vejez y las personas adultas mayores. Obviamente, la prevalencia de estereotipos, creencias falsas, y comportamientos discriminatorios implica desconocer el carácter diferencial del envejecimiento e ignorar la gran heterogeneidad de las personas viejas. Además, tal desconocimiento es un obstáculo para el desarrollo de la conciencia de sí mismo, de las demás personas y de la intersubjetividad, e interfiere en la posibilidad de reconocer la dignidad de las personas en todas las fases de la vida, edades y generaciones.
Avances en los conocimientos acerca del envejecimiento y de la vejez, sobre todo en décadas más recientes, han contribuido y siguen contribuyendo a la superación de creencias falsas. Así por ejemplo, es cada vez más probable estar de acuerdo con frases como las siguientes:
- En la vejez podemos seguir aprendiendo.
- Mujeres y hombres envejecen y viven la vejez de formas muy distintas.
- Ser persona vieja no significa ser pobre o padecer enfermedades.
- Ser persona vieja no significa ser asexuado (a) o ser incapaz de amor e intimidad.
- Las posibilidades de autonomía decisoria no tienen fecha de vencimiento.
Urgente es la necesidad de construir e investigar conocimiento sobre envejecimiento y vejez, con el ánimo de superar creencias falsas, tantas veces aprendidas desde temprano en la vida. Igual, conviene tener en cuenta que hacemos cosas y construimos realidades con palabras, con gestos y con símbolos; que nos comportamos en las distintas situaciones y con las distintas personas, incluso con nosotros mismos, de acuerdo con nuestras creencias al respecto. Perviven interrogantes y acciones que deben responderse en la práctica: ¿cómo hacer pedagogía y crear espacios intergeneracionales en la familia, educación, trabajo, recreación, cultura, desde las políticas?, ¿cómo desarrollar percepciones, representaciones y creencias que pasen por el querer, por los afectos, que contribuyan a superar actitudes implícitas adversas hacia realidades tales como vivir-envejecer, vejez, ser persona vieja?