¿Valores sin filosofía?
Es inquietante que con el objetivo legítimo de valorizar la formación técnica y tecnológica desde las más altas esferas políticas se promueva la idea de que la filosofía es una mera actividad metafísica. Es igual de inquietante que, en el legítimo análisis de la utilización de recursos económicos por parte de universidades internacionales de posgrado, no quede claro si la preocupación es la de priorizar el uso nacional de los recursos o si sea más bien una desvaloración del papel de las humanidades y las ciencias sociales en la sociedad actual. Inquietante es también el hecho de que esas ideas surjan desde un gobierno que ha liderado una transformación en la cual las ciencias sociales, las humanidades y las artes han cumplido un papel protagónico.
No tengo duda en afirmar que esas reflexiones son un síntoma de las deficiencias educativas de un país sin filosofía y con una débil tradición en las ciencias sociales que solo parcialmente se ha intentado subsanar en instituciones mayoritariamente ubicadas en Quito.
¿En el contexto de una lucha conceptual y política por construir una comunicación libre y responsable, es posible prescindir de la filosofía en las facultades de comunicación, cuando es este el único campo que ha reflexionado seriamente sobre las nociones de libertad, de responsabilidad y de ética? ¿Es posible prescindir de la filosofía en el contexto de una lucha contra la corrupción cuando es este el campo que se especializa en el problema de la ética? ¿Cómo se asocia la filosofía con la metafísica en el contexto de una impresionante lucha por resolver problemas estructurales de educación, donde jóvenes que entran a la universidad tienen graves deficiencias de lecto-escritura porque no tienen ningún manejo de la lógica, del razonamiento analítico, de la formulación de problemas y de la capacidad de formular síntesis, problemas todos abocados por la filosofía?¿Cómo garantizamos un tratamiento de la prostitución, de la delincuencia, de la rehabilitación de los presos sin sociólogos, sin sicólogos sin antropólogos y trabajadores sociales con sólida formación? ¿Cómo recuperamos el patrimonio y construimos una sociedad intercultural, sin historia, sin antropología, sin idiomas?
Ecuador es un país sin filosofía y ahí radican muchos de sus problemas. Sabemos que las facultades de filosofía fueron eliminadas por el método de su absorción a las facultades de pedagogía, en un ejercicio liderado por sectores de izquierda que solo estaban interesados en apropiarse numéricamente del magisterio, así esto significara enviar el país al obscurantismo. En la Universidad Católica, luego de un impresionante logro liderado por profesores como Rodolfo Agoglia, Andrés Roig, Nancy Ochoa, Carlos Paladines, entre otros, a fines de los ochenta, el sector más conservador de la universidad coincidió con el obscurantismo de izquierda al decidir eliminar la filosofía adscribiéndola a teología y alejando más al país del pensamiento lógico y crítico.
Una anécdota: en 2005 estaba de profesor asistente en Georgetown y Estados Unidos estaba en plena guerra de Irak. Con unos colegas compartíamos un remolque que había sido adaptado como estación de trabajo y un día nos pidieron que desocupáramos una mitad, porque tenía que ser utilizada por filólogos iraquíes. El objetivo de ellos era asesorar a un ejército ignorante de los distintos idiomas hablados en el país que estaban invadiendo y minimizar las bajas que se producían, incluso por no saber las señales corporales que utilizaba el pueblo que invadían. Hasta entonces yo pensaba que la filología era una rama del lenguaje que había caído en desuso en el siglo XIX y, ahí, me di cuenta que solo por mi ignorancia la asociaba con la metafísica. (O)