Nostalgia frente a un ídolo
Tulcán, ciudad fronteriza con Colombia, se caracteriza por el frío, el buen hornado y los cumbalazos. Su cercanía con Ipiales determinó el intercambio permanente de productos, costumbres y tradiciones entre los habitantes de las dos ciudades.
En la década de los 60, las radios que se sintonizaban en Tulcán, en su gran mayoría, eran colombianas: noticias, buena música y deportes. Es así como en 1964, cuando tenía 13 años, comencé a escuchar la transmisión de la Vuelta Ciclística a Colombia en la cadena Caracol, y a los periodistas Carlos Arturo Rueda, Álvaro Muñoz Cuéllar, Ubeimar Muñoz Cevallos, entre otros. Ellos narraban y comentaban las incidencias de la carrera y nombraban a pedalistas como Roberto “Pajarito” Buitrago, Álvaro el “Cóndor” Pachón, Carlos la “Bruja” Montoya, Martín Emilio “Cochise” Rodríguez y Javier “Ñato” Suárez.
Me llamó poderosamente la atención el apodo “Cochise”, por lo que le puse más atención y expectativa a sus actuaciones. Seguí sus triunfos en las Vueltas a Colombia, en los Clásicos RCN, en la Vuelta al Táchira, en Juegos Bolivarianos y Panamericanos, en el Premio Baraki, haciendo dupleta con el italiano Felice Gimondi. También en sus participaciones en el Giro de Italia. “Cochise” coronó su brillante trayectoria siendo campeón mundial de la hora y de los 4.000 metros persecución individual. Este ciclista colombiano, que como ustedes leen, “no ganó casi nada”, es mi ídolo.
Pasaron los años y la vida misma. En 1991, la Vuelta a Colombia partió desde Quito, en la Avenida de los Shirys. Y ahí estaba “Cochise” como miembro de la organización de la competencia. Lo reconocí, me acerqué y le dije: “Cochise, usted es gloria de Colombia”. Me firmó un autógrafo, el mismo que lo conservé por varios años en mi maleta de trabajo, hasta que los dueños de lo ajeno se llevaron la maleta y la firma.
Con motivo de la Vuelta a Colombia 2018, en una pequeña ciudad del departamento de Antioquia, llamada La Unión, sitio en donde llegaría la penúltima etapa de esta edición del giro ciclístico cafetero, encontré de nuevo a “Cochise” Rodríguez. Lo vi avejentado, con arrugas en su rostro, su estatura disminuyó; sin embargo, su mirada, su lucidez y jovialidad se mantenían intactas. Me acerqué y le manifesté: “Don Martín, soy de Quito, Ecuador”. A lo que me replicó: “Sí, uno de los de ustedes está de líder, allí viene”. Se refería a Jonathan Caicedo, quien fue el ganador de la Vuelta a Colombia 2018.
Yo continué y le pedí que me reciba el libro de mi autoría. Me lo recibió y me dio la mano, allí se me quebró la voz y sentí que unas lágrimas brotaban de mis ojos. Hubo silencio… Mi hijo captó mi emoción, es más, creo que también se contagió de ella. Luego de unos segundos recuperé la normalidad, para despedirnos y continuar el camino.
Frente a un ídolo, sí se derraman unas lágrimas. (O)