Sociedad, producción y tecnología
Nadie discute sobre la fundamental importancia que tiene el uso de las tecnologías digitales en el ámbito social y económico, especialmente en las actuales circunstancias de la pandemia, que han influido para expandir su utilización con gran intensidad, la misma que en circunstancias normales no se hubiesen desarrollado con la rapidez actual.
Se realizan muchos foros y paneles empresariales, académicos y gubernamentales que subrayan su innegable significancia y cómo ahora ha incrementado su presencia en diferentes actividades productivas, educacionales y de salud; sin embargo, daría la impresión qué su uso se considera relativamente homogéneo en todas las ciudades.
No se debe perder de vista que el desarrollo y adopción de soluciones tecnológicas, también están condicionadas y forman parte de factores estructurales. En este sentido, el país tiene una heterogénea estructura productiva marcadamente primaria, con un mercado laboral informal y precario, una clase media vulnerable que la pandemia ha dejado expuesta, con un Estado debilitado incapaz de garantizar los servicios básicos sociales, lo cual limita enormemente la capacidad de adoptar soluciones tecnológicas en su base social y productiva.
Si bien se hacen esfuerzos para mejorar la accesibilidad y el uso de la tecnología, su alcance es muy limitado por las enormes brechas sociales y productivas. Bastaría citar cifras de hogares con conexión a internet por quintiles de ingreso (CEPAL, agosto 2020): El Quintil I (más pobre) tiene el 12% de acceso a internet, el Q II - 28%, Q III - 38%, Q IV - 48%, y Q V (más rico) sobre el 60%.
Por otra parte, las posibilidades de desarrollar actividades productivas a través del teletrabajo responden a la calidad del mercado de trabajo y a la estructura productiva y empresarial; así Ecuador tiene un 16% de probabilidad de teletrabajar, la media de la región es 21,3% y para EEUU es del 40%.
Esta baja capacidad de teletrabajo está condicionada por el tamaño empresarial mayoritariamente micro y pequeño, con orientación a sectores de comercio y agricultura y al elevado nivel de informalidad laboral, que ahora mismo está alrededor del 70%.
Sectorialmente estas probabilidades de teletrabajo son mayores en servicios profesionales y finanzas (80%), gubernamentales (50%), concentradas en las principales ciudades; en agricultura y manufactura es menor al 10%. Es importante documentar este debate para no dar señales equívocas y orientar la política pública a cerrar las brechas con perspectivas territoriales, empresariales y sociales. (O)