Punto de vista
SI dejas que el IESS muera, NO eres solidario
La cúpula de CREO ha insinuado en días recientes que la seguridad social debería regirse por el principio de la libre competencia, como si se tratara de una mercancía cualquiera, y colocándola bajo la lógica simplona de los mercados “perfectamente” competitivos: Ante una multiplicidad de oferentes y consumidores de “servicios de salud”, las empresas competirán entre sí por brindar un mejor servicio y a un menor precio; y los consumidores tendrán la libertad de escoger el que más les convenga. Quien no esté de acuerdo con el precio y servicio ofertado es “libre” de no entrar en este mercado.
Suena bien, en el discurso, pero en la práctica, la salud no puede funcionar como un mercado en el que uno pueda cambiar las papas fritas por los tostitos… la salud no tiene sustitutos cercanos. Las personas que no puedan pagar lo que determine un esquema privado de salud, simplemente quedarán fuera del sistema. Las amas de casa y los campesinos que pagan desde 2 dólares por acceder a los servicios de salud de la seguridad social pública, serían, tan solo, los primeros afectados. ¿Qué empresa privada afiliaría a una mujer por menos de 5 dólares? ¿Qué oferente invertiría en un régimen de protección para la población del sector rural que incluya la prestación de salud preventiva y por maternidad? ¿A qué costo las prestaciones de una empresa privada se extenderían más allá del asegurado, para incluir también a su cónyuge, hijos y familiares en condición de dependencia? Dudo que la lógica rentabilizadora de la empresa privada consienta invertir en la construcción de dispensarios médicos en los lugares más alejados, como sí lo hace el Seguro Social Campesino, para que campesinos y pescadores artesanales puedan gozar de atención permanente sin necesidad de trasladarse hasta las grandes ciudades…
La lógica de los mercados de seguros, caracterizada por la incertidumbre, y combinada con el afán de lucro -condición sine qua non de la libre competencia- constituye una verdadera bomba de tiempo en cuanto a costo social se refiere. En efecto, cuando una persona contrata un plan de salud y paga la prima correspondiente, la empresa oferente no tiene la certeza de que la persona lo usará (de allí la incertidumbre). En tal escenario, el comportamiento maximizador de la empresa privada, derivado del afán de lucro, llevará a que la empresa busque identificar a las poblaciones más susceptibles de utilizar el respectivo plan de salud, con el fin de establecer restricciones de acceso.
Esto es lo que se esconde detrás de la malentendida libertad de elección en seguridad social. Y digo malentendida porque la gente de CREO parece no entender que todos aquellos grupos vulnerables que hoy tienen acceso a un sistema de seguridad social público serían excluidos de un sistema privado, ya sea por no tener capacidad de pago o por impedimentos de otra índole. ¿Dónde queda la libertad de elección para ellos?
Por último, me permito señalar que esta idea presentada por las cabezas de CREO no es novedosa en absoluto. Se trata simplemente de otra de las tantas tesis caducas y ya rechazadas por los ecuatorianos en los 90. En efecto, recordemos que, en consulta popular del 26 de noviembre de 1995, el gobierno de Sixto Durán-Ballén preguntaba:
- ¿Debería incorporarse a la Constitución política una disposición que diga: Toda persona tiene el derecho a escoger libre y voluntariamente que tanto el régimen de seguridad social, como sus prestaciones y servicios estén a cargo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social o de otra institución pública o privada. El sistema de seguridad social se fundará en los principios de solidaridad y libre competencia?
Ante este intento solapado de desarmar a la seguridad social, el pueblo ecuatoriano se pronunció abrumadoramente por el NO; se negó a que la seguridad social sea un privilegio de los que puedan pagarla; y demostró, desde aquel entonces, esa vocación profundamente solidaria, que es la misma que llevó a la victoria las propuestas del presidente Correa en casi una decena de procesos electorales.
Que la memoria no nos falle y ante estas ideas caducas reencauchadas, recordemos el lema de campaña que movilizó a nuestros padres y abuelos en defensa de la seguridad social universal: SI dejas que el IESS muera, NO eres solidario. (O)