Los números de contagios y víctimas continúan creciendo en Italia; el último informe habla claro: 41.035 casos positivos de contagio, 3.450 fallecidos y un positivo número de 4.440 personas curadas.

Cifras alarmantes que tienen como punto de partida el 20 de febrero, con el “paciente 1”, en la provincia de Lodi, en la región de Lombardía.

Para entonces el contagio, que tomó impreparado al primer hospital receptor, alarmó a las autoridades que decidieron el inmediato acordonamiento de la zona interesada.

A los pocos días, el 23 de febrero, el virus cambia de dirección. Ahora se dirige a la provincia de Bérgamo, específicamente al hospital del Comune de Alzano Lombardo, donde acuden dos pacientes de zonas aledañas.

Los síntomas que presentan no hacen presentir, de inmediato, que se trata del temido virus.

Con dos provincias contagiadas, en Lombardía se inicia la cuenta regresiva.

La pregunta recurrente, y que hasta hoy no tiene respuesta concreta es: ¿por qué se ha

llegado a estos límites?  ¿Cuáles han sido las causas para dejar que el covid-19 avance?

Son varios los sectores, incluida la nueva población afectada, que consideran motivo valedero la inexistencia de una nueva zona roja.

La falta de un verdadero plan de emergencia sanitaria por epidemia; la insuficiencia de personal médico sanitario de reserva, el corte de presupuesto a la sanidad (en los últimos 10 años), o la indecisión sobre las fronteras, abiertas o cerradas, se suman a los posibles motivos.

Últimamente se llama en causa a la cuestión ambiental. Tal parece que en las zonas de

mayor contaminación, las gotas del respiro de un humano contagiado con el virus viaja mejor.

Todas estas razones se condimentan con la naturaleza propia del italiano, que

continuaba en su ritmo de vida normal, sin acatar el llamado al distanciamiento social, hasta

que por decreto se obligó al aislamiento social a la población nacional.

Hoy supimos que se prorrogará más allá del 3 de abril. La comisión de médicos chinos así lo aconseja. (O)