La única receta frente al covid-19
El Gobierno italiano parece no entender la crisis sanitaria en curso. Lo acaba de decir en conferencia de prensa el gobernador de la Lombardia, la región más golpeada por el coronavirus. De los 168 muertos el martes, 134 se verificaron en este territorio del norte italiano. Esto quiere decir que en Roma están durmiendo mientras en Milán la gente está arriesgando la vida dramáticamente.
El modo de leer la situación correctamente es lo que podemos llamar el modelo China, ya que después de ignorar la epidemia por casi un mes y de tratar de ocultarla por otros 20 días, el Gobierno se dio cuenta de que el único modo posible para evitar el desastre era tomar medidas rigidísimas, absolutas y totales, que dieran a la población la justa sensación que sin esas medidas no hubieran obtenido nunca una victoria.
Después de más de dos meses del inicio de la pesadilla, los chinos consiguieron frenar casi enteramente al covid-19. Para lograr este resultado, las decisiones que tomaron fueron draconianas y las hicieron respetar de manera capilar. No hay que olvidar que China tiene un control enorme sobre todos sus habitantes, con aplicaciones que en tiempo real dan a las autoridades una serie de informaciones precisas e invalorables sobre el comportamiento social. Aunque si esto va contra la privacidad, en este caso se demostró decisivo para combatir el terrible virus.
Italia está muy lejos de comportarse con la misma precisión. Basta pensar que este fin de semana pasado, con un clima casi primaveral, había decenas de miles de personas en los parques, en las estaciones de esquí alpino, en los bares y restaurantes, lo contrario de lo que se necesita para bloquear la enfermedad. Por esto, el Gobierno durante el fin de semana, primero agrandó la zona roja y el lunes no le quedó más remedio que hacer lo mismo con el resto del país.
Pero el problema es que nadie entiende cabalmente cuán son rígidas estas medidas porque, por ejemplo, están prohibidos los traslados en todo el país, salvo por trabajo o motivos de salud. Y eso es precisamente lo que no se entiende porque si uno dice que no se puede viajar, pero después me dice que sí se puede, basta justificarlo: al final viaja quien quiere.
Este es el problema de tener un Gobierno débil cuando hay que enfrentar un problema fuerte. Todo el tiempo que se pierde ahora alargará sin remedio la duración de la crisis, con todas la consecuencias sanitarias, sociales y económicas graves que podemos imaginarnos.
Por esto, en la reunión entre el presidente de la región y de todos los alcaldes se tomó la decisión de instar al Gobierno a detener completamente todas las actividades públicas y privadas, todas las industrias, los negocios, las oficinas regionales y estatales, todo absolutamente, salvo farmacias, supermercados y fuerzas de Policía. Es la única receta para combatir con éxito el covid-19. (O)
Elva Fuentes
Ecuatoriana residente en Milán