El siglo XVIII andino vivió complejos escenarios de gran descontento social, frente a las “reformas borbónicas” con las que España intentó retomar el control económico de sus colonias. En los Andes peruanos y alto peruanos se produjo una “gran rebelión”, tanto en su magnitud como en el grado de participación de los sectores populares, a la que se sumaron las rebeliones del Socorro (Nueva Granada) y los barrios de Quito.

Mientras que en Nueva Granada y Quito observamos un alto componente criollo que moviliza a las masas, en el Alto Perú (hoy Bolivia) “el movimiento se radicaliza, aparecen rasgos de una guerra de castas, emerge un liderazgo indígena y se enfatiza en la supresión de repartos, mitas y tributos”, como explica la historiadora Scarlett O’Phelan. Se manifiestan, por otra parte, contenidos mesiánicos en el discurso de los cabecillas de la “gran rebelión”. Pero resulta interesante reconocer que cierto número de criollos y clérigos participaron en el adoctrinamiento de las comunidades levantadas en armas.          

El punto común que ligó a estos tres hechos fue el objetivo de rechazar los excesos fiscalistas de las administraciones borbónicas. Y es que Quito fue el primer lugar de América donde se aplicaron las medidas fiscales, recibiéndose una respuesta prácticamente inmediata con la agitación de los barrios, en 1765. La implacabilidad demostrada por intendentes, corregidores y otras autoridades designadas por la Corona y encargadas de ejecutar las medidas, motivó que se incrementara la violencia en las protestas de los levantamientos indígenas y mestizos del siglo XVIII. 

Lo anterior revela la existencia de un fermento de insurrección por el descontento generalizado. En la rebelión de los comuneros del Socorro y en la de los barrios de Quito también se observa esta particularidad, cuando en la jurisdicción de Honda (actual Colombia) se gritó “mueran los blancos” y los indígenas atacaron Quito en la noche del 24 de junio de 1765. Sobre esto último, el historiador Anthony McFarlane demostró que la quiteña “rebelión de los barrios”, si bien fue impulsada por los criollos contra las medidas de exacción tributaria de los españoles, también tuvo un matiz de protesta clasista que expresó “la animadversión de los pobres contra los ricos”. (O)