Punto de vista
Rastreo de gente de Riobamba y de Tacunga, según Marcos Valencia. 1778
Qué tal si me acompañan a encontrarme con gente de 1778, a quienes vamos a ir ubicando según un testamento hecho por don Marcos Valencia, quien dice ser comerciante, ‘natural de Tacunga’, que fue ‘hijo legítimo de Bentura Valencia y María Proaño, vecinos que fueron también del referido asiento’.
Don Marcos, según relata su testamento, fue casado dos veces. Su primera mujer es de Latacunga: “Declaro que de primer matrimonio fui casado y velado según orden de nuestra Santa Madre Iglesia, con María de León, y durante este matrimonio hubimos por nuestros hijos legítimos a Vicente y Mariano Valencia y León, este que murió en edad puberta y aquel que vive y se halla ausente en el pueblo de Lambayeque, jurisdicción de la ciudad de Piura a quien lo declaro por tal mi hijo legítimo y de la dicha mi mujer difunta”. “Declaro que en este segundo matrimonio fui casado y velado con Doña Manuela Gordillo y durante el dicho matrimonio no hemos tenido hijo alguno”. Este segundo matrimonio lo contrae con una mujer de Riobamba, en donde se lee en el testamento que tiene una actividad comercial que lo relaciona con importantes personas de la sociedad colonial de dicha villa. Los nuevos suegros de don Marcos son don Nicolás Gordillo y doña Nicolasa Padilla.
En cuanto a la economía, los suegros del segundo matrimonio “le dieron por vía dotal un solar y casa en el barrio de Misquillí, que al presente existe y solamente han puesto una corta mejoría de un cuartito muy pequeño cubierto de teja y una cocina cubierta de paja”. No se sabe en dónde queda este “Misquillí”, a no ser que se trate de los entornos de Tisaleo en Tungurahua. Otra cosa que me parece anecdótica es la relacionada con sus recuerdos, pues ya casi estando para firmar el testamento, luego que se dice que ha dispuesto todo, se acuerda y dice: “En este estado declaro por haber hecho recuerdo, que la dicha mi mujer doña Manuela, cuando contrajo el dicho matrimonio, trajo por vía dotal cuatro botijas grandes de aguardiente de Castilla y 25 pesos en plata sellada, declárolo para que conste…”. No deja de ser alucinante poner en imaginación de todos que el olor a aguardiente sirvió de carnada para conseguir marido trabajador. El testamento menciona a Antonia Ortiz y Elena Benavides como coherederas de predios, seguramente en Tacunga: “Declaro que durante mi primer matrimonio con la dicha María de León por el derecho de mi hijo cogí la tercia parte del solar que le cupo por razón de herencia, y después para que totalmente quedase por mío el referido compré las dos partes a Antonia Ortiz y Elena Benavides, hermanas de mi difunta mujer y coherederas del mencionado solar, sitio al respaldo de la iglesia de Santo Domingo.” ¿Cómo es esto de que su difunta mujer María de León tiene hermanas de diferentes apellidos? El secreto se lo llevó a la tumba don Josef Mexía, que fue escribano de dicha villa de Tacunga.
Ahora ubiquémonos en Riobamba donde están los familiares Valencia: “Durante el segundo matrimonio compré con mi mujer una cuadra en el sitio de conogpoguio (vertiente de agua caliente, en quichua) a don Ignacio Valencia por escriptura que para en el oficio público de esta villa (Riobamba)…”. Veamos también lo que relata sobre don Eugenio Valencia: “… dos frasqueras con frascos holandeses, la una con su llave que paran ambas en poder de don Eugenio Valencia, la dicha de otro frasco con solos tres por haberme devuelto los cinco, y la otra con seis frascos enteramente por préstamo que le hice; como también seis láminas con sus marcos dorados de un tamaño y diferentes advocaciones, más una petaca con su tapa y cadena de fierro que también se la presté”… “Declaro que tengo una cuenta ilíquida con don Eugenio Valencia en la que entra 22 pesos que quedó a pagar por Juan Marín, vecino del pueblo de Licto y de no los pagará don Antonio Valencia su hermano, quien trajo recaudo de su hermano don Eugenio para que al dicho Marín le diera en efectos de mi tienda el importe de los 22 pesos a cuya cuenta tiene de abono a su favor una libra de canela en 9 pesos que dicho don Eugenio dio. Declárolo así para que conste”.
Resulta interesante este rastreo para darnos cuenta que gente de las llamadas encartaciones de Viscaya, o sea vascos, están cumpliendo roles administrativos y religiosos por la actual provincia de Chimborazo. (O)