Privilegio vicepresidencial
Poco o nada se conoce sobre los candidatos que se postulan para la Vicepresidencia del Ecuador. En general, la agenda mediática electoral, y la opinión pública, se han enfocado en los perfiles, actividades y propuestas de los presidenciables.
En parte, se entiende. Tanto jurídica como políticamente, están inexorablemente condenados a un segundo plano. La Constitución del Ecuador no determina funciones específicas. Su trabajo depende de los encargos del Presidente.
Además, en nuestra clase política, aún está arraigado aquello que sentenció el cinco veces presidente del Ecuador, Velasco Ibarra: “El Vicepresidente de la República es un conspirador a sueldo”.
Por eso, con frecuencia, los binomios se completan con personas que no representan un riesgo en el ejercicio de poder y que durante la campaña electoral no le hagan sombra al presidenciable. Sin embargo, la historia reciente del país nos enseña que la figura del Segundo Mandatario puede ser muy relevante.
Investido de las prerrogativas del Ejecutivo no está expuesto a los mismos riesgos políticos ni al mismo nivel de exposición. Eso le da una ventaja que ha sido utilizada para beneficio personal.
En cuatro años, el Gobierno ha tenido el mismo número de vicepresidentes. El primero fue Jorge Glas, quien se encuentra preso por asociación ilícita, tras ser señalado dentro del entramado de corrupción de la constructora Odebrecht.
La segunda vicepresidenta fue María Alejandra Vicuña, que duró 12 meses en el cargo, antes de ser vinculada con actos de corrupción y ser procesada por concusión. En ambos casos, usaron el poder que les confería su cargo para cometer los delitos.
El tercer vicepresidente fue Otto Sonnenholzner, quien renunció al cargo antes de que se pudieran aclarar hechos relacionados con la captura de dos personas israelíes en Santa Elena, con credenciales falsas de la DEA. Aquí fueron señalados dos agentes de tránsito como responsables de entregar los documentos, pero su abogado; Harrison Salcedo -quien también defendió a Glas-, sugirió que el exvicepresidente estuvo involucrado.
La cuarta vicepresidenta es María Alejandra Muñoz, quien tuvo un perfil bajo durante este periodo de Gobierno. Fue tercera en la terna que se envió a la Asamblea Nacional para reemplazar a Sonnenholzner. Es con quién Moreno espera terminar el mandato.
A la luz de estos hechos, ya es tiempo de comenzar a preguntarse quiénes son los vicepresidenciables, de dónde vienen, qué han hecho, cuál es su perfil, agenda, intereses y a quién responden. De lo contrario, el país corre el alto riesgo de tener en Carondelet a un o una conspiradora a sueldo.