Punto de vista
Primeras representaciones de lo montubio
Varios son los medios artísticos donde aparecen las primeras representaciones sobre el mundo social del montubio o campesino del Litoral ecuatoriano, en el panorama nacional de la literatura y las artes visuales, tímidamente en los primeros años del siglo XX, pero de manera más frecuente durante las décadas de los veinte y treinta.
La década del veinte es clave para entender el desarrollo de estos procesos creativos en la literatura y las artes visuales, identificados con el criollismo, un movimiento sociocultural que floreció en toda América Latina y que estuvo identificado con la reivindicación de identidades regionales como la del gaucho en Argentina o el charro en México. En el caso ecuatoriano, retratos de montubios fueron realizados por artistas de la talla de José María Roura Oxandaberro, Antonio Bellolio, Segundo Espinel, entre otros.
A partir de la década del treinta alcanzó notoriedad el trabajo literario de varios jóvenes guayaquileños que contribuyeron a la renovación de las letras ecuatorianas, tomando como referente principal al escritor costumbrista José Antonio Campos, autor del libro “Cosas de mi tierra” (1929). El volumen “Los que se van. Cuentos del cholo y del montubio” (1930), un puñado de relatos escritos por Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta, visibilizó, de cuerpo entero, el entorno, imaginario y oralidad montubios. Al poco tiempo, se formó el “Grupo de Guayaquil”, con estos autores junto a Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra, quienes abanderaron la corriente literaria del realismo social, escribiendo textos sobre la vida y peripecias de los montubios del Litoral ecuatoriano, entre los que destacan: Guásinton. Historia de un lagarto montuvio y Los Sangurimas, de José de la Cuadra, así como El Entenao y Don Balón de Baba, de Alfredo Pareja Diezcanseco.
Las artes visuales también experimentaron cambios desde los años veinte del siglo pasado, pues se hicieron representaciones de sujetos populares en su dimensión étnica, como en la pintura figurativa del primer Manuel Rendón Seminario, al igual que en el dibujo humorístico de Virgilio Jaime Salinas, principalmente en torno al montubio y al cholo. Junto a estas “tempranas” representaciones, siguieron obras de Eduardo Kingman, Leonardo Tejada y Galo Galecio, quienes llevaron al montubio a la pintura y el grabado, desde su doble condición de subalternidad (étnica y clasista), en el marco de un arte de denuncia que encarnó el realismo social de los años treinta y cuarenta del siglo XX. (O)