Perplejidad electoral
El calendario electoral establece que el 7 de febrero del 2021 se llevarán a cabo las elecciones generales. A pocos meses, el escenario es confuso para los votantes. Por un lado, la crisis institucional de la Función Electoral; por otro lado, el impacto de la pandemia de la Covid-19, que se refleja no solo en las propuestas de las organizaciones políticas y las demandas del electorado, sino también en los retos que representa para la campaña electoral que iniciará oficialmente el 31 de diciembre.
Mientras tanto, el TCE y el CNE han mantenido un constante enfrentamiento durante el proceso de calificación de candidaturas presidenciales. Esto se debe a que el CNE resolvió acoger la recomendación de la Contraloría General del Estado, de eliminar determinadas organizaciones políticas. A partir de entonces, se presentaron posturas contrarias entre el CNE y el TCE respecto a la continuidad de los procesos de calificación de candidaturas y los plazos con los que deben cumplir para la organización de las elecciones generales.
Asimismo, la crisis sanitaria y económica generada por la pandemia de la Covid-19 ha dado lugar a sentimientos de miedo, desesperanza e incertidumbre en el electorado, sus efectos serán trascendentales al momento de ejercer su voto y reordenarán el tablero electoral en el 2021. Al momento, gran parte de la campaña electoral – anticipada- se ha desarrollado de manera tradicional, sobre todo por parte de los candidatos que lideran la intención de voto, quienes han mantenido constantes visitas alrededor del país, mismas que han involucrado el uso de caravanas y reuniones, con una gran cantidad de personas, en espacios públicos, irrespetando los protocolos de bioseguridad. Esto, sin duda, representa un amplio cuestionamiento a las organizaciones políticas.
No obstante y debido a las restricciones que ha generado la pandemia, y al alto porcentaje de jóvenes en el electorado, la campaña por medio de redes sociales ha sido ampliamente aplicada. Estas redes no son consideradas en las regulaciones electorales, por lo que no existe un monitoreo de las mismas. No obstante, candidatos a la presidencia han activado anuncios tanto en Facebook, Instagram, Twitter y Tik Tok.
Finalmente, la grave crisis política–electoral que atravesamos supone reconocer algunos problemas estructurales con respecto a: la alta dispersión en las candidaturas presidenciales, la competitividad partidaria, la alta volatilidad electoral y la cultura cívico-política que ha soportado nuestro país a lo largo de su historia que tiende a esperanzarse en acciones mesiánicas y caudillistas que cambien el statu quo. (O)
Docente de la UIDE*