Pandemia y filosofía (II parte)
Como Scherezade en el libro Las mil y una noches, les dejé picados a mis lectores (¿los hay?) con la entrega a medias del anterior. Hoy continúo el cuento.
El filósofo surcoreano, avecindado en Berlín, Biung-Chul Han, entrevistado por País, asegura que China está vendiendo su estado policial digital tras evidenciarse la paulatina recuperación de la pandemia, a pesar de que Li Wenling (ordenado a callar y finalmente fallecido), oftalmólogo de Wuhan, comunicara públicamente sobre la presencia del virus.
China ha instalado tiempo atrás 200 millones de cámaras de reconocimiento facial, que pueden contar hasta los lunares de los rostros. ¡No es posible escapar del Estado!
Cierto que subyacen en Asia conceptos culturales: no existe una conciencia crítica suficiente ante la vigilancia digital o Big Data. El respeto a la autoridad es ancestral. También impera el valor de lo colectivo.
El pensador israelí Yural Noah Harari, desde su rol de historiador declara en Financial Times que se avecina en el futuro el aislamiento nacionalista versus la solidaridad global.
¿Qué dicen, mujeres filósofas? Judith Butler en Estados Unidos, en Verso, cree que el capitalismo tiene sus límites. Alerta sobre la llegada de empresarios ávidos por capitalizar el sufrimiento global.
Otra mujer filósofa, Adela Cortina, conocida ya por haber propuesto el concepto de aporofobia, fobia a los pobres -atrás del concepto del miedo y odio a los refugiados- ha declarado su defensa a la salud de los mayores.
Noam Chomsky no podía faltar en decir algo sobre la pandemia. Ha señalado en Il Manifesto tres cosas que deja el virus: Uno. No se sabe cuáles son los casos reales. Dos. El asalto neoliberal a los hospitales sin preparación. Tres. Un enésimo ejemplo de fracaso del mercado.
Y Javier Gomá pone el epitafio de esta columna, pues lo que sigue es perfectamente válido para Guayaquil. “Se está impidiendo el acto de piedad básico a nuestros muertos: el cuidado del cadáver, la vela, el duelo, el entierro y la ceremonia civil o religiosa. La pandemia nos ha hurtado la buena muerte”. (O)