A inicios del siglo XX y con el predominio de las corrientes liberales modernizadoras, las políticas estatales, a la par con la gestión de nuevos actores, incidieron en la formación de una cultura de búsqueda de ‘lo nacional’ que se expresó, por ejemplo, en el impulso a las profesiones ‘liberales’ como la medicina, la abogacía, la ingeniería y el periodismo.

En la etapa liberal también hay un gran desarrollo de la prensa, tanto de la ‘seria’ como de la ‘satírica’. La aparición de las revistas ilustradas constituyen la adopción de formas de comunicación de masas dirigidas a un público burgués que hace uso de su tiempo libre, dedicándolo a la lectura de ‘variedades’ noticiosas –nacionales e internacionales- y artículos ‘ligeros’ de tipo artístico, científico, médico, literario, de curiosidades, etc.

La creación de nuevos espacios y prácticas en el ámbito de la esfera pública, la difusión de la técnica y la asimilación de valores modernos viabilizó el nacimiento de nuevas sociabilidades urbanas.

Por otro lado, con la regulación de un nuevo régimen laboral de ocho horas        -lo que fue conquista de las organizaciones de trabajadores, a partir de 1914-, los guayaquileños dispusieron de su tiempo libre y así disfrutaron del teatro, el cine, las tertulias y las audiciones caseras de música a través de las victrolas, modificando sus costumbres y redefiniendo su interacción con la ciudad. Surgió un modo de vivir ‘moderno’ que se vio potenciado con la construcción de teatros, canchas de fútbol, pistas atléticas, piscinas, parques de diversión.

La incipiente sociedad capitalista trajo consigo valores propios de una cultura de masas que se afincó con sus propios íconos. Así, lo popular se fusionó con lo letrado, imbricándose en una nueva relación simbólico-cultural. El eco del intercambio entre aspectos de la cultura popular y la cultura de élite se observa en las publicaciones periódicas de entonces, donde por primera vez se erigen ídolos deportivos que surgen de los sectores populares. Este nexo estructurador de la moderna cultura guayaquileña también se puede rastrear en la música popular, así como en los usos y apropiaciones del habla popular, como son las crónicas de José Antonio Campos (“Jack The Ripper”). (O)