Es importante que los padres lleven a los bebés y los niños al odontopediatra, porque este especialista afronta los desafíos del comportamiento y adaptación de un niño. Si para un adulto a veces resulta complejo, también lo es para un menor.

El profesional se enfoca en las enfermedades bucales de los niños y en la orientación para la prevención. Será una mejor primera experiencia con este profesional, para que se adapte.

Es ideal que la madre acuda antes de los seis meses, cuando los dientes del bebé todavía no han salido, porque allí se puede fomentar la prevención.

Las enfermedades más recurrentes son las caries (que se presentan hasta antes de los cuatro años), enfermedades de tejidos blandos (como aftas) y el mal posicionamiento de los dientes.

La caries dental es multifactorial, porque se presenta por tema alimenticio inadecuado, mala higiene, microbios, nivel socioeconómico bajo (difícil acceso a salud oral) y otros.

Los niños que no han recibido lactancia materna tienen más probabilidades de desarrollar algún tipo de mal posicionamiento de las piezas, porque el amamantamiento aporta a la evolución de los huesos y tejidos. Los que solo usaron biberón desarrollarán la boca de otra manera. 

Es un error grave el dejar al niño durmiendo con el biberón en la boca, porque la boca permaneció con los restos de comida por ocho horas. Las bacterias proliferan y causan la desmineralización de los dientes. El padre tiene que crear una rutina y cepillarse luego de alimentarse.

Otro error es la despreocupación por los dientes de “leche”, porque son temporales. Necesitan cuidados porque sirven para la masticación. Son importantes porque guían a los otros a direccionarse. Si no se corrige eso va a tener problemas en la adultez. Los padres pueden crear el hábito de cepillado en los niños con el ejemplo. (O)