Mundos flexibles
Con la muerte de Stan Lee recordamos su contribución a la industria cultural: él dio un sitial a los superhéroes en mundos paralelos, coetáneos, distantes, ilimitados y fantásticos, incluso en diálogo con teorías científicas. Un término que indica tales mundos creados por su imaginación sería el de “mundos flexibles”.
El filme El hombre hormiga y la avispa (2018), de Peyton Reed, ejemplifica tales mundos. Ya lo vimos en anteriores películas Marvel de superhéroes donde estos “viajan” entre universos, pasan túneles temporales, los artefactos que usan “doblan” el tiempo y el espacio, incluso ellos entran en zonas liminales.
En El hombre hormiga y la avispa gracias a sus personajes participemos en un mundo, el “normal”, desde dos perspectivas: desde la humana y la del insecto. El Hombre hormiga (Ant-man) y su compañera, Avispa (Wasp) enfrentan una persecución cambiando de dimensiones. El juego entre lo pequeño y lo grande, entre mundo diminuto dentro de uno gigantesco, implica la retórica de lo multidimensional, donde espacio y tiempo se vuelven relativos y, como tal, la idea de realidad.
Pero hay algo más en esta película: la madre de Avispa está atrapada en un universo cuántico. En las trasposiciones entre mundos hay universos donde las partículas tienen otro comportamiento. Así, los personajes se mueven como si fueren partículas en mundos llenos de realidad, pero cuando pasan al universo cuántico, la realidad se conjunciona y todo se ve como si vida y muerte estuvieren conjuntadas en un solo plano.
Y de eso trata El hombre hormiga y la avispa: que en los mundos flexibles los personajes-partículas de algún universo mayor enfrentan peligros-aventuras, visiones-sombras, velocidades-quietudes, mientras que para el perseguidor tal universo no se percibe. En concreto: Ant-man tiene arresto domiciliario, pero se desplaza por todas partes dejando probables huellas; cuando llegan los guardianes confirman que el personaje nunca se movió, aunque pasaron sucesos, días, tiempos, etc. En este contexto, el mítico Stan Lee, en uno de sus cameos, cuando está por abrir la portezuela de su automóvil, este se le “encoge” por el disparo de Avispa cuando esta es perseguida; Lee dice en tono de chiste: “Los excesos de la década de los sesenta empiezan a pasar factura”. Ir por los mundos flexibles de Lee se parangonaría con entrar a los “viajes” por efecto de las drogas: así, los mundos fantásticos de los superhéroes serían alucinantes. (O)