Ser mudo en un mundo materialista
Duncan Jones es el director de Mudo (2018), producción de Netflix, película dedicada a sus padres, David Bowie y Mary Angela Barnett. Fuera de este dato, el filme trata sobre un hombre solitario que busca a una mujer, esta además atrapada en una relación violenta con su marido. El escenario: Berlín de 2050.
Jones presenta un mundo de alta tecnología, hiperpoblado, para el cual el día y la noche son indistintos. El tono es el retrofuturismo que evoca a Blade Runner (1982) de Ridley Scott, aunque en este caso no es sobre un detective desencantado persiguiendo androides, sino el de un hombre que, por ser mudo, se siente relegado y agredido por el entorno. La amante será el único modo de seguridad para el protagonista.
Y es ahí donde Jones desarrolla su trabajo: representar la inseguridad personal, el estado de no tener referentes propios, de sentirse aislado. La dificultad de hablar implica no poder expresar los sentimientos y denunciar el entorno asfixiante en el que el personaje vive. Aunque estereotipado, tal entorno es el del derroche, materialista y de corrupción que aquel observa y trata de evitar. Nos damos cuenta de que hay una mafia que hace desaparecer personas y que usa a individuos, aunque sonrientes, igualmente, sádicos ejecutores, perfilándose uno de ellos incluso en un pedófilo.
Si un asunto es el de la inseguridad personal, el otro tiene que ver con la niñez expuesta a un devenir acaso incierto. Por ello el protagonista pronto convertirá su búsqueda en una misión salvífica de esa niñez aún inocente. Esto lo logra cuando conoce de sí, de sus potencialidades e inteligencia. De la mudez, que significa encierro, pasará a la libertad, cuando se ha reafirmado su yo.
Mudo quizá es una película muy personal de Jones con una peculiaridad: es ciencia ficción que se centra en la vida humana dentro de una ciudad impersonal. Una clave es la referencia a un viejo filme alemán, El ángel azul (1930), de Joseph von Sternberg. Así, más allá de los rasgos futuristas, lo que importa es darnos cuenta de la cotidianidad y su violencia interna, simbólica, que a veces pasamos por alto (secuestros, violencia contra la mujer, agresiones contra la niñez, machismo, perversión…). En un mundo decadente como el que figura Jones, su héroe escapa hacia el horizonte de la esperanza. Y es ahí donde la dedicatoria a sus padres, los Bowie, es entendible, en tanto muestra a un personaje que se reinventa. (O)