Mandela y los sueños por la dignidad
El 18 de julio de 1918, en una aldea a orillas del río Mbashe, Sudáfrica, nació Rolihlahla Dalibhunga Mandela, miembro de la Tribu Tembu, clan Madiba. Rolihlahla significa “tirar de la rama del árbol” o “creador de problemas”. En aquel tiempo el expansionismo británico dominaba Sudáfrica en busca de oro y otros minerales. Para ingresar a la escuela, el sistema colonial ordenaba que los niños lleven un nombre inglés, por ello, su profesora le nombró Nelson y así surgió Nelson Mandela “Madiba”.
La Unión Sudafricana, creada en 1910 bajo control holandés e inglés, fue el inicio de la segregación racial instituida en 1948. El Partido Nacional a través de varias leyes prohibió el matrimonio y relaciones sexuales entre blancos y negros, así como compartir espacios laborales, educativos y públicos. En ese contexto crece Mandela, y en 1944, junto a otros, funda las juventudes del Congreso Nacional Africano (CNA) y su oficina de representación legal. Desde entonces, la lucha contra el Apartheid fue su razón de ser y la cárcel, el destierro y la represión, su cotidianidad.
En los años sesenta su lucha fue acompañada por líderes de todo el mundo. “He deseado una sociedad libre, en la que todas las personas vivan en armonía y con oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir. Pero si fuese necesario, es también por el cual estoy dispuesto a morir”, decía al ser procesado con otros activistas por sabotaje y conspiración, y condenado a cadena perpetua en 1964.
Fue el prisionero más famoso del mundo, ubicado en la cárcel de Robben Island y trasladado a Pollsmoor y Verster. Vivió en celdas estrechas y húmedas, humillado y agredido soportó el aislamiento y el trabajo forzado. Conmovió al mundo al graduarse por correspondencia en Derecho en la Universidad de Londres y rechazar la libertad a cambio de alejarse de la política y su lucha contra el Apartheid. Desde 1975 la presión contra el gobierno sudafricano fue tan fuerte que el presidente Frederick De Klerk lo excarceló incondicionalmente en 1990.
En los años noventa, varios hechos rodearon su lucha. En 1993 recibió junto a De Klerk el Premio Nobel de la Paz. En 1994 fue elegido Presidente y como tal promovió la reconciliación nacional. En 1996 constituyó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación. En 1999 dejó la Presidencia y la vida pública, pero desde su Fundación promovió la educación rural, becas universitarias para africanos y combatió el sida.
En 2009, la Asamblea General de Naciones Unidas, mediante resolución 64/13 proclamó al 18 de julio como el Día Internacional de Nelson Mandela. La misma Asamblea, en 2015, mediante resolución 70/175 aprobó las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, denominadas Reglas de Mandela. El 5 de diciembre de 2013, Mandela murió pero dejó un legado de retos y sueños por alcanzar, como la lucha contra la discriminación o la erradicación de la tortura que aún perdura. (O)