Saldremos de esto, sin duda
El fenómeno coronavirus en Milán surgió prácticamente de un día para otro.
Estábamos todos bastante tranquilos porque consideramos que el contagio era algo lejano y casual. Pero nos encontramos con cifras increíbles y una aceleración de los casos: hay 150 en poco más de 24 horas. De ahí, ahora parece una locomotora sin paradas que nos llenó de zozobra e incertidumbre ante un hecho que nadie había vivido jamás en su vida.
Me pueden creer si digo que es algo similar a un terremoto, pero con la diferencia de que no es una vez por tantos segundos, sino todos los días. Por lo tanto, las certezas y seguridades que hemos construido en años de trabajo se ponen en discusión en pocas horas y nadie sabe por cuánto tiempo.
Superado el estupor, la segunda parte es pensar cómo remediar esta situación. Milán es la ciudad más rica de Italia y capital de la Lombardía; es la región más importante de la península itálica y tiene uno de los PIB per cápita más importantes en el mundo.
La comunidad ecuatoriana se ha integrado perfectamente porque está conformada por una grandísima cantidad de gente de trabajo. El italiano del norte es gente de trabajo y acepta solo a personas productivas. Por eso el ecuatoriano es bien visto y opera en todos los sectores de la industria y los servicios con mucho éxito. Para los compatriotas la situación, obviamente, es igual que para todos los demás. Los primeros días tuvimos una reacción de miedo, pero es comprensible y entre todos, ecuatorianos e italianos, vaciamos los supermercados. También era normal quedarse (quien podía) en las casas para ver cómo evolucionaban las cosas. Pasados esos primeros días y a pesar de que el contagio continúa la gente volvió a salir a la calle; aunque la vida no es normal, no es un desastre.
La actividad económica está paralizada en el 60%. Están suspendidas todas las actividades masivas. A 70 km, al sur de Milán, hay una zona roja. Nadie puede entrar ni salir de allí y todas las rutas están controladas por el Ejército y la Policía. La vida se volvió de repente líquida y casual y el humano formidable e imparable pierde su seguridad en un segundo. Pero saldremos de esto, sin ninguna duda. (O)