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Ecuador, 05 de Noviembre de 2024
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El Telégrafo
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Ley contra violencia busca la prevención

 Vivimos en una sociedad que ha naturalizado la violencia. Violencia machista, que obliga a las mujeres a cambiarse de vereda cuando caminan en la calle y se ven amenazadas por el sujeto que acosa, intimida, dice obscenidades. Violencia machista en el bus, en donde nuestras partes íntimas son objeto del morbo y de la agresión. Violencia machista en las aulas universitarias, donde el “maestro” nos dice que va a pasar la nota solamente después de que converse con nosotras en privado. Violencia machista cuando llegamos a casa y somos maltratadas por la propia pareja, que nos humilla y golpea hasta matarnos, porque la comida no estaba caliente. ¿Exageración? NO. Se registran más de 240 casos de femicidio el año 2014. Crímenes que fueron cometidos por parejas, exparejas, por aquellos que “en las garras del amor” ejercen el derecho que suponen tener sobre la vida de las mujeres. El macho agresor, sabe cuánta vida le puede “permitir” a su víctima, porque tiene sobre ella poder, autoridad y propiedad.

La Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia de Género contra las Mujeres se enfoca en la prevención, atención y reparación de todo tipo de violencia ejercida contra las mujeres en su diversidad y en todo su ciclo de vida y procura mantener en la memoria social a las otras víctimas: los niños y niñas huérfanos porque su madre fue asesinada y el padre, responsable del delito, está detenido.

Se incorporan medidas administrativas de atención inmediata, a través de las Juntas Cantonales de Protección de Derechos, las cuales tienen una connotación distinta a las de carácter judicial: su efecto inmediato no es sancionador sino de auxilio a las mujeres.

Esta ley es un instrumento que contribuirá con la erradicación de la violencia hacia las mujeres, pero no es el único medio para combatirla pues la problemática es estructural. Las leyes son herramientas indispensables para organizar la sociedad, pero no es a través de ellas, que lograremos deconstruir aquellos patrones que producen y reproducen conductas autoritarias presentes en todas las instituciones de la sociedad: familia, iglesia, academia, estado, empresa, medios de comunicación. Es en esos espacios en donde se perpetúan roles y estereotipos de género que empoderan lo masculino y someten lo femenino y lo minusvaloran. Seguimos viendo a las mujeres como ciudadanas de segunda, incapaces de tomar sus propias decisiones, incapaces de ejercer su maravillosa libertad. (O)

 

 

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