Las mentiras piadosas
Mentir es un defecto universal; y, dependiendo del calibre, hay mentiras intercontinentales, como también hay mentiras de calibre menor, aquellas que guardan en sus entrañas un hálito de cinismo, una cortina de humo en el camino de los apuros. En función de las necesidades, se miente por piedad, por mitomanía o por falta de agallas para enfrentar adversidades. Hablando más claro: las mentiras piadosas son parte irrenunciable de la humanidad, apagan incendios y salvan de malos ratos.
Tratándose del paisaje nacional, don Simón Espinosa decía que “el ecuatoriano miente por cada diente”. De hecho: miente el niño, miente el hombre, miente la vecina y el asambleísta, miente el estudiante y el PhD, miente el soldado y el general.
“Nos iremos hasta las últimas consecuencias”. Esta es la mentira piadosa que más ha difundido la pantalla chica, especialmente cuando viene de boca de los dirigentes sindicales o líderes de paros y huelgas al momento en que sus intereses están en peligro. “Los responsables irán a la cárcel”, es una especie de voz oficial de la justicia, pues esta mentira piadosa es hermana gemela de otra pronunciada por el juez o fiscal: “Aplicaremos el máximo rigor de la ley”.
Ya no nos sorprenden ciertas autoridades cuando dicen: “Estamos actuando con absoluta transparencia”. Y cuando se sienten acorraladas por la justicia y no pueden justificar sus actos de corrupción, segurísimo que terminan diciendo: “soy un perseguido político”. Y es tan convincente la expresión del ministro o del gerente cuando dice: “Las puertas de este Ministerio (comando militar, gerencia, dirección, jefatura) estarán siempre abiertas”, a sabiendas de que ante alguna solicitud de audiencia, su secretaria dirá que “el jefe no puede atenderle porque está en reunión”.
Y en el plano doméstico, hay una mentira de sobremesa que viene acompañada de una sonrisa forzada: “la comida estaba exquisita”. Caso similar en la maternidad, cuando nace el hijo del gran amigo, es común escuchar otra mentira que intenta halagar al feliz progenitor: “El bebé se parece al papá”.
“No se preocupe, inmediatamente le devolveremos la llamada”. Esta es una mentira anticipada que se escucha a menudo cuando se presenta un reclamo a una empresa comercial o institución de servicio público o privado, lo que confirma que el afectado tendrá que esperar esa llamada por siglos. Suena muy parecido a “tranquilo, te llamo en un minuto”, o también esta mentirilla que viene desde el teléfono celular: “ya estoy llegando”.
En el Distrito Metropolitano, la captura de pantalla nos revela nueve mentiras piadosas gramaticalmente expresadas en tiempo futuro, y a modo despedida: “Asomarás”, “llamarás”, “No te perderás”, “dejaraste ver”, “está de reunirnos”, “Irás por la casa”, “saludarás en la casa”, “estamos en contacto”. Y en tiempos de pandemia: “no te contagiarás”.
“Se están tomando cartas en el asunto”, “está todo coordinado”, “estamos atentos ante cualquier amenaza”, “esta es la última cervecita”… Mentiras y más mentiras. Ellas nos salvan, nos consuelan, como también nos matan de las iras, pero –al final de cuentas- son parte de nuestro diario vivir. Por eso, amigos lectores, asomarán, no se perderán. Ya saben que estaremos en contacto… (O)