Punto de vista
La ignorancia fabricada y el porvenir
No sorprende escuchar de un candidato presidencial, banquero, millonario y sin educación profesional, su promesa de que va a destruir el sistema que intenta transformar la triste realidad que vivió el país durante décadas en el campo de la educación superior. Es comprensible porque el que hace esa promesa cree que su propia experiencia es un ejemplo de que el éxito económico puede prescindir de la educación. Lo que sí resulta intrigante es que un importante sector que se autodenomina de izquierda fundamente su campaña electoral en propuestas que coinciden con los neoliberales en la desregulación de la educación y en la promoción de la ignorancia. Pero esta coincidencia no es gratuita, ya que neoliberales e importantes sectores de la izquierda coincidieron en las últimas décadas de promover un modelo de educación desregulado que comprometió el destino del país.
En la actual coyuntura del país, la gran coincidencia entre neoliberales y la oposición de un sector de izquierda es que ambos están decididos a destruir grandes conquistas, como la regulación de la educación, mediante un procedimiento político en que reducen las grandes transformaciones de la educación a la agenda del Gobierno para evitar así que se convierta en política de Estado. La coincidencia también se produce, en que ambos sectores promueven la ignorancia que beneficia a los neoliberales, ya que consideran la cosa pública como su empresa y a sectores de la izquierda que necesitan que el sistema no funcione para ejercer su profesión conspirativa, una práctica de oposición que refuerza sus intereses corporativos.
La promoción de la ignorancia es constitutiva del neoliberalismo. Ejemplos abundan: En Colombia, Uribe mantiene su visibilidad política basado en campañas simplistas que promovieron el desconocimiento de los acuerdos que se dieron entre el Gobierno y las FARC y de manera malintencionada difundió la idea de que los acuerdos de paz abrían las puertas al “castro- chavismo”. En Estados Unidos, la promoción de la ignorancia por parte del candidato Donald Trump no puede ser más patética cuando hace buenos chistes de las acusaciones de plagio que hay contra su esposa y cuando promueve la ignorancia en una campaña de mentiras y medias verdades basada en los estereotipos de género, de clase y de nacionalidad y de un manejo de la imagen que refuerza la simpleza de su electorado.
De parte de la izquierda corporativa la promoción de la ignorancia no puede ser más evidente: después de décadas de caos del sistema que se generó cuando este sector se tomó por asalto muchas universidades públicas, en los últimos años las universidades, haciendo uso de su autonomía, han generado una serie de mecanismos disciplinarios que buscan garantizar que docentes ausentistas y con casi nulos niveles de producción académica empezaran a cumplir la función académica para la que fueron contratados.
Hoy está más que demostrado la inutilidad de esos mecanismos que convierten a la universidad en un monstruo burocrático y la siguen manteniendo alejada de sus objetivos. Llama la atención, sin embargo, el uso político que hace de esta realidad la oposición de izquierda que culpa al sistema de educación superior de esa realidad, ocultando el detalle de que son mecanismos hechos por las propias universidades haciendo uso de su autonomía. La oposición de izquierda promueve la ignorancia de la ley y difunde, igual que los neoliberales, imágenes distorsionadas del sistema, para eliminar las posibles políticas públicas y volver al caos que le dio tantos réditos corporativos. (O)