Punto de vista
La energía más limpia es la que no se usa
El costo de la energía y el consumo mundial han crecido aproximadamente en un 45% desde 1980, de acuerdo a Schneider Electric se estima que para el 2100 será más del triple del consumo actual, debido a países con gran expansión económica, especialmente China e India, que representarán un 75% de la demanda. Este uso intensivo de recursos amenazará el suministro y la seguridad energética.
Si bien las fuentes de energías renovables incrementarán, la dependencia de combustibles fósiles como carbón, gas y petróleo crecerá aún más rápido, al igual que la generación de gases de efecto invernadero.
Para los expertos en cambio climático, es necesario reducir las emisiones de CO2 a la mitad antes de 2050, para evitar modificaciones dramáticas en el clima. Sin embargo, aunque se debe limitar la demanda energética para cumplir con este objetivo, no se puede reducir las actividades productivas, sacrificando economía y estilo de vida. El mundo, por tanto, tiene que hacer más con menos y lo tiene que hacer ahora.
La respuesta a este dilema es la eficiencia energética, que plantea soluciones para mantener los estándares de producción y consumo sin generar agotamiento en los recursos del planeta, a través del manejo racional de los mismos.
El Balance Energético Nacional 2016 muestra que la demanda por sector está conformada por transporte con 46%, industria 19%, residencial 13%, comercial 6% entre los más representativos. En este sentido, el transporte es el campo de acción principal para la implementación de medidas de eficiencia energética, siendo la acción más común a nivel mundial la incorporación de autos eléctricos o híbridos, sin embargo, esta estrategia presenta problemas por el incremento de la demanda de energía eléctrica, debido a la carga masiva de baterías, lo que ocasionaría la construcción de nuevas plantas de energía para soportar este aumento.
Fuera de transporte, los sectores en los que se pude implementar medidas de eficiencia energética representan 49% de la demanda y los consumos más altos en todos ellos están asociados a la calefacción, refrigeración, motores, iluminación y equipos electrónicos. Debido a las pérdidas en generación y transmisión de electricidad, una unidad de energía ahorrada (por el usuario) ahorra hasta 3 unidades en la generación, por la cantidad de combustible necesario para producir esa electricidad. Por tanto, es mejor que los usuarios dejen de consumir una unidad de energía (en los rubros antes mencionados) a que se construya una planta eléctrica con mayores rangos de eficiencia. La energía más limpia es la que no se usa.
Otro punto a considerar es el costo de la energía, que es importante en la industria y negocios comerciales, determinando la viabilidad de empresas y proyectos. Es así que se han implementado iniciativas gubernamentales alrededor del mundo para incentivar el ahorro energético y mejorar la competitividad.
En el mercado actual un programa de eficiencia energética es vital para una empresa, de este dependerá parte de su competitividad, utilidad y sustentabilidad en el tiempo. Estudios han demostrado que un programa de eficiencia energética tiene un corto periodo de amortización y un riesgo muy bajo comparado con inversiones comunes en el mercado. Además, permite ahorrar hasta un 30% de energía, siendo una solución más barata, rápida y limpia que cualquier otra; sus resultados son probados y se pueden cuantificar fácilmente los beneficios económicos.
Estos programas incluyen dos enfoques: pasivo y activo. El primero utiliza dispositivos o materiales más eficientes para realizar la misma función, como reemplazar equipamiento existente, corregir fugas, añadir aislamiento, optimizar la iluminación, logrando un ahorro de 10% al 15%. El enfoque activo consiste en utilizar la energía de manera más inteligente, produciendo lo mismo con menos, por ejemplo, la automatización para regulación de iluminación o temperatura manteniendo los niveles óptimos, que puede generar un ahorro adicional del 10% al 15%.
Otro componente importante del programa es el mantenimiento y monitoreo, que puede generar ahorros del 2% al 8%. Garantiza que se den los ahorros esperados en el consumo de energía de forma sostenida, evitando perder beneficios por falta de control.
Un programa de eficiencia energética tiene cuatro pasos que deben ser aplicados sistemáticamente para obtener mejores resultados, que son: auditoría y medición, que permitirá identificar los campos de acción; corregir lo básico, que permite mejoras a bajo costo; automatización, a través de la aplicación de sistemas de control; monitoreo y optimización, lo que asegura que los logros alcanzados se mantengan y perfeccionen.
Se debe entender a la eficiencia energética como un proceso de mejora continua con base al presupuesto disponible, un proyecto de eficiencia energética debe ser liderado por una persona e implementado por todo el personal.