La Declaración Universal de Derechos Humanos: más vigente que nunca
El pasado 10 de diciembre conmemoramos los 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), herramienta que establece un sistema de valores compartido que debería normar nuestra convivencia. Hoy, es un imperativo el volver a asumirla como hoja de ruta para repensar las coyunturas globales, en el marco de la feroz propagación de fenómenos como la xenofobia, la misoginia y los individualismos exacerbados. Para muestra bastan un par de ejemplos.
En América Latina el femicidio es la primera causa de muerte entre los 15 y 49 años. Los esfuerzos realizados no son suficientes y la normalizada cultura machista obstaculiza la lucha inquebrantable de quienes llevan años gritando “Ni una Menos”. Las demandas en torno al fin de la violencia y la búsqueda de equidad, recogen parte significativa de los postulados de la DUDH, lejos todavía de los objetivos planteados. La región vive también la mayor crisis migratoria de las últimas décadas. El éxodo forzado de miles de venezolanos reveló la incapacidad de los gobiernos para afrontar la situación como una crisis humanitaria, dejando a las víctimas en la indefensión. Paralelamente, la sociedad civil los revictimiza desde una discriminación xenófoba que mezcla nacionalismo e individualismo. Sorprende la frágil memoria histórica, considerando que hace solo 20 años la diáspora ecuatoriana sufría de racismo y exclusión en países como España o Estados Unidos.
Mientras, la política se desenvuelve lejos de la realidad. Los lamentables debates de la región se reducen a la descalificación mediatizada del otro, sin propuesta ni proyecto. La frivolidad de las élites latinoamericanas invisibiliza los problemas más profundos, aquellos que responden a la condición reiterada de ser la región más desigual del planeta.
Bajo estas condiciones cómo no volver a la DUDH. Quién habría pensado que 70 años después seguiríamos hablando de violencia, discriminación y desigualdad. (O)