Punto de vista
La cultura del odio dentro del estadio
Las manifestaciones de violencia y odio dentro de los estadios de fútbol no es un asunto exclusivo de las denominadas barras bravas como se ha querido mostrar desde algunos sectores, tomando como coyuntura el enfrentamiento entre integrantes de la Sur Oscura el 5 de febrero pasado. La mayoría de análisis se basó en la eliminación de ese tipo de agrupaciones para acabar con las agresiones en los escenarios, que si bien podría ser una de las medidas a aplicar, no resuelve del todo un tema más profundo y que no se origina ni termina en la Sur Oscura, la Boca del Pozo o la Muerte Blanca.
Los insultos, agresiones o gritos racistas no solo nacen del sector de generales, donde normalmente acuden miembros de las barras y la gente de menores recursos económicos. En las tribunas, en los palcos -incluso los de prensa, tal vez porque en numerosas ocasiones ingresan personas que no son comunicadores y no sabemos por qué y gracias a quién- y hasta en las suites algunos rabiosos asistentes se han ganado los aplausos del resto por proferir las peores palabras posibles a los actores del espectáculo.
Un ejemplo reciente se suscitó la noche del miércoles en el estadio Capwell. Pese a que jugaba la selección ecuatoriana -el supuesto equipo de todos- y no Barcelona, una gran parte de los asistentes repudió la presencia de Máximo Banguera -como vivió anteriormente Gabriel Achilier- con pifias e insultos desde que se anunció su ingreso y en cada una de las acciones en las que intervino. Ni el pedido de Fernando Gaibor, futbolista de Emelec, evitó que los presentes dejaran de reprobar la participación del arquero.
No fue el único momento reprochable del evento, que fue aprovechado por algunos -incluso periodistas- para corear una frase en contra del Presidente de la República.
Cuando se dan hechos como el acontecido en la general ‘Carlos Muñoz Martínez’, se generan olas de cuestionamientos señalando a los culpables y no culpables de la gresca por parte de aquellos que en las redes sociales o en público incitan el odio o el racismo a través de cualquier temática.
Por un lado aplauden y elogian actitudes como las de Dani Alves, que peló y mordió una parte del guineo que le lanzaron de las gradas del estadio Madrigal en un partido de la Liga española entre Villarreal-Barcelona en abril del 2014, y por otro profieren mensajes racistas, mofándose en grupo, cuando un jugador afrodescendiente realiza una acción.
El caso de Banguera no solo se asemeja al de Achilier, sino también al de Eduardo Hurtado, Edwin Tenorio, Agustín Delgado, Christian Benítez (+) y otros más que fueron menospreciados y maltratados cuando jugaban y maravillosamente recordados ahora que ya no están. (I)