La culpa y la muerte
El sacrificio del siervo sagrado (2017) es el título de la película del griego Yorgos Lanthimos. Es una metáfora detrás de un argumento centrado en un cirujano y su familia, la cual es amenazada por una enfermedad extraña. La clave del filme está en que alude al mito de Ifigenia: por haber matado a un ciervo sagrado, y al estar varados en medio del mar las huestes de Agamenón, este debe sacrificar a su hija Ifigenia y, con ello, romper la maldición lanzada por Artemisa. En El sacrificio del siervo sagrado Ifigenia está presente en el rostro de un niño, visto como un efebo el cual se va quedando paralítico de la nada, lo mismo que su hermana. Se presiente una maldición a esa familia norteamericana de clase alta acomodada, materialista, inexpresiva, fría y distante entre ellos, sobre todo cuando descubrimos que el padre, el cirujano, es acusado por un adolescente de haber causado la muerte de su progenitor en una cirugía de corazón abierto. Lanthimos al principio nos hace creer una relación filial y luego de una perversa entre el cirujano y el adolescente, hasta que luego nos hace ver que tal relación encierra un misterio. El adolescente entonces se transforma en el símbolo de un poder indescriptible, la personificación aterradora de algo divino. De pronto notamos que El sacrificio del siervo sagrado es una historia que está en el plano de los símbolos. Como enfrentándose a un designio inexorable ese padre asemeja a un iracundo dios, a uno que sabe los secretos de la vida (el corazón), que comete una negligencia y la oculta, hasta que el destino lo somete y le obliga a sacrificar a su hijo. La película, así, tiene que ver con la culpa y la muerte: la negligencia lleva a la muerte de alguien, causa para sacrificar a un ser querido. Pero Lanthimos no se queda ahí: su filme observa a ese mundo de individuos que, creyéndose dioses, por tenerlo todo (fortuna material) miran a la vida con desdén. Por algo la esposa del cirujano le dirá que debe inmolar a su hijo y que ella está lista para tener otro. En otras palabras, la vida de los otros no tiene validez sino en cuanto costo y beneficio. ¿No es acaso una mirada crítica al mundo de los hospitales, de la medicina, donde, en nombre de la salud, todo es cálculo monetario, es insensibilidad, es la cosificación de la vida del semejante? Lanthimos usa el mito de Ifigenia para representar una realidad lacerante de los países altamente desarrollados, donde el desarrollo de la medicina beneficia a las clases pudientes. (O)