La manufactura de productos para el uso del ser humano ha traído como consecuencia la emisión de sustancias nocivas para el medio ambiente y el   ecosistema. La industria automotriz no ha sido la excepción. Desde la fabricación hasta el funcionamiento del automotor se utilizan elementos derivados del petróleo que son contaminantes. Sin embargo, los automóviles han perfeccionado su desempeño y la electrónica ha jugado un papel importante para el mejoramiento de los sistemas de inyección de combustible, así como en la innovación de vehículos híbridos y eléctricos, con lo cual el impacto ambiental, producto de las emisiones contaminantes de un vehículo, se ve reducido.

Desde 2012 se implementó en el Ecuador el impuesto verde, cuyo objetivo era contribuir con la protección del medio ambiente, desde una política de tributo sobre la base de las emisiones contaminantes de los vehículos circulantes en el país. En el inicio se exoneró a los vehículos hasta el 80% como descuento del valor calculado; a partir del año 2015 ese beneficio bajó al 50% y en la actualidad se ha eliminado por completo, lo que implica un tributo fuerte para los vehículos con cilindrada alta y de más de cinco años de fabricación.

El factor principal para el impuesto verde es la cilindrada o cubicaje del motor (tamaño), así como los años de fabricación, dejando de lado los factores reales que hacen que un vehículo contamine como son: el sistema de inyección de combustible, el mantenimiento preventivo, la calidad del combustible y sus características; el estado de las vías, los factores exógenos, entre otros. Así, el impuesto verde carece de fundamento técnico y profesional, por lo cual debe ser revisado.

La Facultad de Ingeniería Automotriz de la UIDE ha realizado estudios e investigaciones con el objetivo de aportar a la comunidad a preservar el medio ambiente, con el estudio de “conducción eficiente”, cuya meta es concienciar sobre la importancia del mantenimiento adecuado al automotor y la conducción coherente y segura. (O)