Diez de la mañana del 2 de junio de 2019. Richard Carapaz ya había partido y los posibles rivales en la Clasificación general llegaban a la meta o marcaban referenciales que ya nos permitían soñar, y a Richard asegurar la Maglia rosa. Minutos después la gente en Playa Alta, de donde son los Carapaz-Montenegro no se cansaban de gritar cuando las imágenes eran solo para el ecuatoriano. Hasta que Richie llegó a la meta y la locura y la fiesta se desató. La Playa, celebró y lloró con su hijo predilecto. Con el que varias veces pasó por las carreteras aledañas a este poblado de cien familias, cuna del Campeón del Giro de Italia.
 
Niños, jóvenes y adultos desde muy temprano se reunieron en sus casas o en distintos puntos del Ecuador. No recuerdo una emoción deportiva tan grande como ésta, en donde el pueblo estaba unido en un solo nombre: Carapaz. Muchas personas vestidas de color rosa; varios con la bandera ecuatoriana. Todos los medios hablando del ciclismo ecuatoriano. Ayer, domingo, fue fiesta en Ecuador, gracias a un personaje que cumplió su sueño y nos compartió el mismo. Richard Carapaz es, uno de los tres latinoamericanos Campeones de una Gran Vuelta, junto a los colombianos Lucho Herrera y Nairo Quintana. Grande, ¿no?
 
“La Locomotora del Carchi” hizo lo que muy pocos logran: acercarnos el orgullo de ser ecuatorianos con sus actos. Nunca soltó su bandera Tricolor en la premiación y en el paseo triunfal. En sus declaraciones siempre habló de su país, ese país en donde todavía falta apoyo para el deporte; en donde muchos piensan que los triunfos son patrimonios personales o institucionales; en donde aún hay gente que se siente superior a otros; en donde todavía hay quien critica el acento de un compatriota que, como otros, han salido de su patria para crecer y apoyar desde lejos al Ecuador.
 
Estamos en presencia de uno de los más grandes logros deportivos del Ecuador en su historia. Una competencia vista en todo el mundo, en donde la bandera ecuatoriana flameó en todo lo alto, y el himno nacional se escuchó a todo volumen. Para mí, fue conmovedor la manera en que celebró la gente de Playa Alta, disfrutando de uno de sus hijos, sin importar la lluvia o el frío. Acercando un pedacito de cariño para Richard, sus padres Antonio y Anita, su esposa Tania, sus hijos Santiago y Sofía, para sus hermanas Cristina y Marcela, verdaderos hacedores de esta historia gloriosa. Desde su humilde trinchera, sacaron un Campeón. Con sacrificio, con esfuerzo, con privaciones. Sin dejar de soñar, apostando a un futuro mejor.
 
Gracias Richard. Gracias por tres semanas fabulosas. Gracias por ser hoy uno de los mejores ciclistas del mundo. Gracias por unirnos en un solo grito. Gracias por permitirnos a quienes amamos este deporte, disfrutar a pleno de una Grande, con un ecuatoriano con la Maglia rosa. Gracias Richard, a título personal, por permitirme decirle a mi padre: Dios le pague, por haberme heredado la pasión por este deporte…