La actual situación del país se origina en su mayor parte por la irresponsable y delincuencial gestión de una década de correísmo, a lo cual se suman las demoras y timoratos intentos al final de su administración, en rectificar la conducción -especialmente fiscal- del actual gobierno, la irresponsabilidad de determinados sectores políticos con irracionales afanes desestabilizadores que han obstaculizado la aplicación de cambios estructurales; y, por supuesto, los severísimos impactos derivados de la pandemia han configurado un escenario de devastación social y económica del que aún no tenemos conciencia de su magnitud.

Basta citar un reciente indicador del INEC: apenas el 17% de la PEA tiene empleo adecuado. Cifra que debe ser tomada como referencial por el cambio metodológico de su medición pero que evidencia y confirma las profundas consecuencias y la probabilidad de estar ante un país inviable.

Estas consideraciones deben invitarnos a reflexionar que las elecciones presidenciales próximas son posiblemente las más importantes de la historia democrática. Los candidatos deben señalar claramente cuál es el norte que proponen para conducir al país a su recuperación, pues muy posiblemente nos tomará una década volver a indicadores per cápita del 2013.

En este sentido, las precisiones a exigirles estarían alrededor de estos temas: Tamaño y redefinición del rol del Estado, ¿Qué recortes realizará para que la relación Presupuesto General del Estado/PIB baje del 37% actual a un 27% al menos, similar a la media de la región? Empleo, ¿Qué reformas laborales permanentes impulsará para creación del empleo formal, reducción de la informalidad? Reactivación Productiva, ¿Qué reformas tributarias y financieras aplicará para reactivar el sector productivo y la sostenibilidad de la dolarización?, ¿Qué incentivos propone para atraer inversión extranjera directa y hacia qué sectores? Estado de Bienestar, ¿Qué reformas impulsará para cambios estructurales en el IESS, el sistema de salud y la educación? Multilaterales. ¿Cuáles son los compromisos que propone para alcanzar un acuerdo a suscribir con el FMI? ¿Hacia que sectores dirigirá los recursos que obtenga de nueva deuda? Sector Externo, ¿Qué acuerdos comerciales priorizará?

De estas y otras preguntas requerimos respuestas concretas, no frases hechas y líricas, ningún asomo de demagogia barata que de eso ya tuvimos bastante. Los medios de comunicación, la academia, la sociedad civil, debemos exigir precisiones. Esta elección presidencial es un asunto de supervivencia o inviabilidad del país. (O)