Por: Byron Silva, analista técnico del IIGE

Los sistemas de iluminación marcan el comportamiento del hombre de la nueva era. Desde la invención de la bombilla eléctrica incandescente por Nicola Tesla, hasta las nuevas tecnologías de iluminación basadas en diodos emisores de luz (LED).

La iluminación artificial eléctrica pasó de ser un invento novedoso a una necesidad de los seres humanos en la sociedad moderna; sin embargo, esto provoca grandes gastos energéticos de electricidad y, en consecuencia, de recursos fiscales. Alrededor del 25% de la energía eléctrica producida a nivel mundial se gasta en iluminación generando una nueva necesidad, eficiencia energética en iluminación.

En esta búsqueda, las tecnologías empleadas para iluminar tienen su respectiva evolución en términos de mayor radiación sensible al ojo humano con la menor cantidad de potencia eléctrica consumida, esto quiere decir, más luminosidad y menos consumo energético.

Antes de iluminar un espacio es imperativo realizar la pregunta ¿Para quién y para qué se va a iluminar determinada área?, de esta manera se puede lograr la mayor eficiencia en iluminación. Lo que significa determinar los niveles mínimos y máximos de iluminación, tanto de luminancia (candelas por metro cuadrado, cd/m2), como de iluminancia (luxes, lx).

Adicionalmente se puede definir la mejor opción del diseño del sistema, por ejemplo, un proyector tipo LED puede ser muy bien utilizado en un escenario deportivo, pero podría ser altamente ineficiente en una carretera.

Otro factor trascendental que actualmente se encuentra en discusión por la Comisión Internacional de Iluminación es la temperatura de color correlacionada de la luminaria. Se ha determinado que el rango de los azules, puede provocar efectos fotobiológicos perjudiciales para los seres humanos cuando la iluminación supera los 500 lx, también que determinadas especies animales confunden luminarias con un rango de azules altos con la luz de luna, alterando sus ciclos naturales.
En consecuencia, entender este tipo de necesidades que dependen exclusivamente del uso previsto de la iluminación artificial es fundamental para diseñar correctamente un sistema de iluminación eficiente. (O)