Importancia de la meteorología en Ecuador para el desarrollo de las energías renovables
Las mediciones meteorológicas desde épocas ancestrales han sido de interés de los habitantes, porque al conocer el comportamiento de la atmósfera podían planificar un calendario para el desarrollo de actividades económicas, como agricultura, ganadería, pesca, entre otros. Con el transcurso del tiempo se evidenció la importancia de estas mediciones y se identificaron nuevos campos de aplicación para esta información, como el análisis de los recursos renovables y los usos para satisfacer las necesidades de la población.
En Ecuador, las primeras observaciones meteorológicas son registradas sobre la región interandina por las altitudes que presenta. En 1890 la primera estación meteorológica tuvo lugar en el parque La Alameda, ubicado en el centro de Quito, donde actualmente se encuentra el Observatorio Astronómico de la ciudad. A partir de ello se incursionó en la adquisición de equipos para obtener datos meteorológicos de precipitación, temperatura, humedad relativa, dirección y velocidad del viento, con el objetivo de conformar una red que proporcione información bien distribuida del país y aporte de forma científica a los sectores económicos, a la predicción de riesgos naturales, a los estudios del clima e hidrología. Aunque el objetivo era la adquisición de equipos y conformación de una red, en sus inicios no contaba con herramientas automáticas y los datos eran proporcionados por un observador del tiempo.
Con el paso de los años se implementaron equipos convencionales y automáticos que receptan información con un alto grado de exactitud dependiendo de las necesidades de los usuarios, un ejemplo son las mediciones meteorológicas proporcionadas por la red de estaciones con la que cuenta el Instituto Nacional de Eficiencia Energética y Energías Renovables (INER) para incursionar en el análisis de los recursos disponibles. En el caso de las energías renovables se tiene determinado sus propios parámetros de medición y la densidad de información a ser analizada. Las fuentes renovables que pueden ser estudiadas en el territorio mediante los datos meteorológicos son el potencial eólico para el emplazamiento de parques eólicos; el potencial solar para el emplazamiento de parques fotovoltaicos, termosolares y almacenamiento térmico; el potencial hídrico para el emplazamiento de hidroeléctricas y en general todos los datos para planificar la producción agrícola y apoyar la generación de centrales térmicas.
Según el informe del Programa de las Naciones Unidas publicado en 2015, el desarrollo de las energías renovables en el mundo ha crecido con una tendencia sostenible. En Ecuador, de acuerdo al Balance Energético Nacional de 2015, la generación de electricidad corresponde un 45,6% a energía hidráulica; 0,3% energía eólica; 0,1% energía solar y 1,6% aprovechamiento energético de biomasa. Si bien no tenemos control sobre la cantidad de estos recursos en el territorio, contamos con la capacidad de innovar y crear mecanismos para el desarrollo e implementación de tecnologías que puedan aprovechar en su totalidad los recursos existentes.
El país ya ha incursionado en el uso de las energías renovables, de ahí parte la importancia de contar con datos meteorológicos fidedignos para seguir con su desarrollo. En la actualidad, algunos ejemplos de producción energética por estas fuentes son el Parque Eólico Villonaco, uno de los emplazamientos más altos del mundo; los parques eólicos de Baltra y San Cristóbal que generan más de 2 MW; centrales fotovoltaicas como la Calera, Illuchi, entre otras, con más de 1 MW de producción y tres centrales térmicas con más de 25 MW de producción, que usan bagazo de caña.
En 2010, según reporta el Banco Mundial, en Ecuador se registró que el consumo de energía procedente de combustibles fósiles fue de 88%. Esta realidad es preocupante ya que el uso excesivo de fuentes no renovables provoca varios efectos naturales contraproducentes a nivel mundial para los seres humanos, como el calentamiento global.
La Agencia Internacional de Energía Atómica estima que para 2020 las fuentes renovables de producción de electricidad se elevarán a un cuarto del total. Entonces, por qué no apostar por mejorar nuestras fuentes de datos atmosféricos e interesarnos por una producción de energía más limpia. (O)