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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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Punto de vista

Historia de la emperatriz de Austria, madre de 12 mujeres y cuatro varones

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La realidad de haber sido la reina que parió a sus 16 hijos, 12 mujeres y 4 varones, hace suponer que si la emperatriz de Austria no estaba preñada, estaba parida. Esta primera palabrita que suena descomedida en nuestro ambiente cultural fue muy usual en la época colonial, y además era usada, diremos, de modo oficial, porque en las informaciones que se remitían hacia América por parte de la monarquía, hay decretos como disposición de Corte, haciendo saber a los súbditos, que “la reina ya estaba preñada”, obviamente para que se celebraran festejos públicos, que en nuestro caso siempre incluían corridas taurinas.

Así, la simpatía por la continuidad del trono quedaba asegurada por los cuernos. Eran tiempos en que la gente se alegraba con especulaciones por el nacimiento de los varones, predestinados para futuros sucesores.

María Teresa Walburga Amalia Cristina, como la recuerda la historia, simplificada como María Theresia I de Austria; primera y única mujer que gobernó los dominios de los Habsburgo, que también entraron en la historia de América, reina de Hungría y de Bohemia, emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico, es una mujer que se dice, perteneció al despotismo ilustrado, lo que prueba quienes son los que nos dominan, con o sin ilustración.

En Viena pude ver los monumentos en su honor y las explicaciones que nos daban mujeres austríacas identificadas con el orgullo feminista. Subida en altos pedestales, sentada en un trono de guerras, contemplando media Europa, tenía envuelto su cuerpo entre espléndidos vestidos hechos de cortinajes que atrapaban los olores de imperios familiares. Era una reina corajuda que mostraba su amplio pecho dispuesta a seguir amamantando el poder de sus generaciones venideras.

Empezaron asignándole posibles matrimonios a partir de sus 5 años de edad. María Teresa, nacida en 1717, tímida en su niñez, no entendía bien lo que planeaban los padres de la pederastia. Leopoldo Clemente de Lorena debía ir a Viena en 1723 para conocerla. Pero este príncipe de hormonas infantiles murió afectado por la viruela a sus 16 años. Los mayores pensaron de inmediato que el hermano del joven muerto debía concurrir a la cita, y allá fue el aristócrata francés Francisco Esteban de Lorena, nacido en 1708, a sembrar su amor entre niños, pues Francisco llevaba cumplidos 15 años y se había quedado a vivir en Viena hasta 1729.

En la lista de compromisos estaba Federico de Prusia, pero tenía el defecto religioso de ser calvinista. Cuando asumieron cosas de mayores, se pusieron a guerrear, induciendo a sus mutuos soldados de que era en sus defensores. Por 1725, es decir cuando la niña tenía 8 años, creyeron que sería bueno para Europa que María Teresa se casara con el infante Felipe de España, pero las potencias europeas pusieron el grito en el cielo aduciendo que este enlace era un peligro para el ‘equilibrio europeo’.

Un enredo de herencias por sucesiones que eran de naciones enteras, como la Guerra de sucesión polaca, mantenían ocupadísimos a los hombres coronados, amantes de reproducciones infinitas de hijos, de bastardos, y de dominios.

Fue en ese año de las guerras polacas de 1736 cuando se oficializó el compromiso de María Teresa con Francisco Esteban, que ya desde 1729 había ascendido al trono de Lorena. La niña se había vuelto una apasionada y celosa señorita de 19 años. Se casó con uno más de los reyes infieles y descarados.

Su famosa amante predilecta fue María Guillermina Von Neipperg, princesa de Auersperg, dama de compañía de la propia corte.

María Teresa era una reina que embarazaba acuerdos con los europeos y paría guerras en medio de tantas traiciones. Le nacieron cuatro primeras féminas para desencanto del machismo imperante no solo de las cortes, sino de las especulaciones de la plebe. Cuando María Theresia le tuvo a mano a su marido, después de haber parido archiduquesas, le pidió que la embarazara nuevamente.

El resultado fue el primer hijo a quien no dudó en ponerle por nombre José, en honor a San José. A los 39 años tuvo a su último hijo Maximiliano, y por estas fechas se supo que dijo: “De no haber estado casi siempre embarazada, hubiera ido sola a los campos de batalla”. (I)

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