Los maratonistas de cuatro patas en el parque Kennedy
Aceptemos que el turista, por esencia, se sorprenderá con todo lo que vea en un lugar extraño. Bajo esa perspectiva, observar a un hombre tomándole una fotografía a un gato en un parque no me llamó la atención. Claro que no era cualquier parque. Su nombre es Kennedy y se lo nombró así en honor al expresidente norteamericano John F. Kennedy. Además se ubica en el sector de Miraflores, uno de los más exclusivos de Lima.
Y para hacer más curiosa esta anécdota, en ese lugar, donde estaba el gato, se realizará la maratón de los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Hoy se prevé que mucha gente acuda al espacio público. Pero lo particular no es la competencia deportiva, tampoco el turista y menos aún ese gato, sino que mientras uno camina debajo de los frondosos árboles repletos de hojas, junto a jardines de verde césped y flores de colores rojo y blanco, ve más felinos.
Una coincidencia, al parecer. Hasta que los empiezas a contar y la suma no se detiene. Los ves en medio de las plantas, corriendo entre las piernas de los caminantes, durmiendo en las bancas, peleando entre sí. Hace 20 años hubo un problema de ratas en Lima. Las autoridades decidieron traer un grupo de gatos para cazarlas. El objetivo se cumplió, pero la población de felino se multiplicó. El parque se quedó sin ratones y, evidentemente, sin una sola paloma.
Las únicas aves que se ven revolotean a una cuadra. Toman su distancia de los nuevos dueños del parque, como era de esperarse.
Se apropiaron del lugar porque la gente comenzó a abandonarlos allí. Así llegaron a ser más de un centenar. Muchos de los que uno observa nacieron en el parque, pero también nacieron las disputas. Los gatos son territoriales, hay grupos ubicados en distintas zonas y no se mezclan con el resto. Pero no se atacan. Los que sí discuten son los humanos.
Hay vecinos que se organizan para traerles comida y agua. Personas de dinero donan alimentos que se sirven en pequeños recipientes. También hay los que se quejan de que son antihigiénicos, pues tienen sarna o parásitos. En eso no piensa el turista que los acaricia y queda enamorado por su simpatía.
Huelen mal, dejan pelusas y dañan las cosas, es la opinión de sus detractores. Aunque con el tiempo les ha tocado aceptarlos.
Comerciantes informales del lugar conviven con ellos diariamente.
Los animalistas defienden con garras su presencia. En la actualidad son un atractivo turístico de la ciudad. Me hace recordar a Guayaquil, con su distinguido Parque Seminario, que para muchos es solo el parque de las iguanas. Los gatos de Miraflores, mansos y buenos anfitriones, son un modelo ideal para fotografiar un recuerdo de Lima.
Se viene la maratón, a los gatos parece no importarles. Mi pregunta es qué dirán los atletas. Rosalba Chacha, Segundo Jami y Andrea Bonilla son los tres ecuatorianos que correrán la competencia. Que corran y corran, como esos gatos, que ágiles y vivaces se adueñaron del parque y la atención de los turistas. (O)