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Ecuador, 24 de Noviembre de 2024
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El Telégrafo
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Enfrentar la vida

Contra las anteriores edulcoradas adaptaciones cinematográficas de la novela de Rudyard Kipling, El libro de la selva, la nueva, Mowgli: la leyenda de la selva (2018) de Andy Serkis, es una propuesta distinta que enfatiza el carácter del personaje, como ejemplo que enfrenta con valentía la vida.

La historia tradicional es la del niño abandonado en la selva, que sobrevive gracias a que los animales lo protegen y lo “educan” como si fuera parte de su comunidad. El niño que, poco a poco crece, debe adquirir las destrezas animales que implican la protección de sí y la capacidad de cazar, esto es, de alimentarse e imponerse sobre otros que también buscan presas para su sustento. En Mowgli: la leyenda de la selva, todo esto tiene un tinte más “realista”, en tanto lo que vemos es un mundo salvaje, el cual, aunque hayan lazos de solidaridad, también hay depredadores que saben que el humano es una amenaza antes que un semejante. El niño, en este camino debe aprender a diferenciarse, más cuando entiende que él no forma parte de ese entorno, sin dejar de lado el lazo afectivo que lo une a la selva.

Serkis toma lo esencial de la novela de Kipling y realiza un filme que muestra el camino de aprendizaje de un niño a la adultez. Quitemos lo conocido del argumento y pronto caemos en cuenta de que el director exhibe un mundo real en el que la competencia, la violencia, la amenaza, la sobrevivencia del más fuerte o del más sagaz (según sea el caso), son los factores esenciales. Mowgli debe dejar atrás la atadura de la manada (o de la familia) para constituirse en un individuo capaz de enfrentar cara a cara los peligros, al depredador mayor (recordemos solo acá la archiconocida frase de Thomas Hobbes, “el hombre es lobo del hombre”) que lo quiere sacar del camino. Sin duda, el tema es aleccionador: se es hombre cuando se es auténtico y se es alguien en la sociedad si enfrenta sin temor, con coraje y valentía, los retos que se presentan, muchos de ellos que a cualquiera pueden incluso descorazonar.

Mowgli: la leyenda de la selva es, desde ya, una película cruda. Pese a este aspecto, hay obviedades (una visión dulcificada de la comunidad humana, frente a la exterior, la selvática, o el del mal cazador cuya apariencia engaña); los mismos efectos especiales son notorios, sobre todo en la construcción humanizada de animales (se nota aún el trazo de la computadora). Con todo, el filme es valioso en cuanto a su contenido moral. (I) 

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