La repetición de elecciones
Sin duda la formación del primer gobierno de coalición progresista de la democracia tras la muerte del dictador Francisco Franco es una buena noticia y un hecho histórico.
Ahora bien, si tras la celebración de las elecciones el 10 de noviembre el presidente en funciones del partido de centro izquierda Pedro Sánchez solo tardó 24 horas en ponerse de acuerdo con el líder de Unidos Podemos y futuro vicepresidente, Pablo Iglesias ¿Por qué no se consiguió un acuerdo hace seis meses tras las elecciones de abril y hubo que celebrar nuevo unos comicios? Sánchez hizo cálculos arriesgados y casi le sale el tiro por la culata.
Confiaba que tras no poder gobernar en solitario tras las elecciones de abril, los nuevos comicios tendrían como consecuencia un fortalecimiento aún mayor de su partido e incluso la posibilidad de fagocitar el partido a su izquierda de Unidos Podemos. Pero no ocurrió ni una cosa ni otra, es más, ambos partidos de izquierda sufrieron una merma en escaños que benefició a la coalición de partidos de derecha. Aun peor, la ultraderecha ante el hastío electoral salió fortalecida y se posiciona como el tercer partido en España; si muchos pensaban que VOX sería un partido minoritario y anecdótico, en el futuro será una opción con posibilidades reales de gobernar. Pero la formación del gobierno no es un hecho consumado, hace falta que los partidos catalanes o al menos Esquerra Republicana Catalana con sus 13 escaños se abstenga el día de la investidura.
Sánchez en su intención de acercarse a las formaciones nacionalistas bajó el tono a las declaraciones incendiarias de la campaña. Pero los partidos soberanistas no viven de buenas intenciones y a no ser que ofrezca medidas concretas que les favorezcan, como la liberación de los que consideran presos políticos, va a ser muy complicado que el nuevo gobierno obtenga su apoyo. En conclusión, la repetición del proceso democrático fue absurda, la izquierda obligada a entenderse lo hace con medio año de retraso, después de la celebración de unas elecciones que dan alas a una derecha que no solo se fortalece, sino que da miedo. (O)