Parecería que en el Ecuador vivimos una época en la que el poder se vuelve cada día más opaco.

Al contrario de lo que sugiere la interminable información política que desborda cotidianamente la esfera pública, difundiéndose a través de los medios de comunicación y las redes sociales, cada vez resulta más difícil para muchos organizar, sistematizar y entender lo que ocurre.

Tampoco la ortodoxia del análisis sociopolítico alcanza para ofrecer interpretaciones inapelables o al menos relativamente duraderas, a una realidad que trae consigo la volatilidad de impulsos, tensiones y demandas sociales, que amenazan superponerse a viejos dogmas y atavismos ideológicos. 

Uno de los efectos de este fenómeno    es el modo en que las distintas miradas se aproximan a recientes señales del Partido Social Cristiano-Madera de Guerrero (PSC-MG), que sugieren un cambio en las  coordenadas de esta agrupación política, desde su ubicación en la derecha dura del mapa ideológico, hacia un lugar algo más cercano al centro.

Entre el escepticismo de muchos y la incredulidad de otros, este desplazamiento se aprecia en el cambio del discurso, en la renovación de algunos cuadros y  en el rol de las mujeres en lugares claves de la gestión política y pública de la organización liderada por Jaime Nebot. Si cabe el comentario en este punto, bien harían otras organizaciones políticas para emprender el mismo camino.

Quizá como algunos sostienen, se trata de una estratagema para hegemonizar ese espacio de representación, o únicamente para acercarse al nuevo perfil del electorado nacional, sin intención de abandonar realmente el talante elitista y reaccionario de los socialcristianos.

O quizá no. Está por verse si  asistimos a un proceso motivado por la decisión del PSC-MG de acercarse a una democracia cuyos canales deliberativos deberán abrirse a debatir el tema sin prejuicios, en un Ecuador en plena transición. Todititito el beneficio de la duda está en cancha de la 6.  (O)