Punto de vista
El periodo de la incertidumbre ha comenzado
La era Trump ha empezado y con ello una época de gran incertidumbre. De un lado del Atlántico, la Unión Europea, el principal hito de la Posguerra, se prepara para una negociación vital.
Las consecuencias económicas del Brexit aún no pueden cuantificarse, pero los mercados se preparan desde ya para lo peor. Londres y Bruselas se alistan en sus trincheras para sacar lo mejor del otro. Es una crisis que amenaza seriamente el proyecto europeo de integración.
Del otro lado del océano, un millonario de 70 años asume el control de la mayor maquinaria militar que el mundo haya conocido. Trump se apresta a enterrar la vieja enemistad con Rusia, atizada durante los 8 años de Obama, y enfila sus cañones hacia otro enemigo: China.
Las ironías de la geopolítica han puesto a los chinos a defender el libre comercio y, a los norteamericanos, a desempolvar los -que se creía hasta hace poco- oxidados conceptos del proteccionismo.
Trump y su equipo saben que la batalla por el liderazgo mundial, al menos en el plano económico, será con Pekín. Por eso su artillería verbal apunta al Pacífico, el mismo océano que baña al Ecuador.
El presidente republicano quiere que China acepte sus condiciones: la principal de ellas que deje de abaratar su moneda para evitar la fuga de empresas. Trump concibe a un EE.UU. industrial, como en los 60, y no el actual, cuya economía se basa en los servicios, Wall Street por ejemplo. Los chinos no van a permitir una migración de la manufacturera porque eso significaría poner fin a su época de brillantez económica. China no es México; los asiáticos reaccionarán y devolverán el golpe.
Ese posible enfrentamiento es lo que tiene en vilo al planeta. Los europeos están conscientes de eso. Les alarma la simpatía entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, sobre todo porque este podría dar rienda suelta a sus afanes expansionistas en el Este. A Trump no le importan la Unión Europea ni la OTAN. Entienda a esas instituciones como parte del pasado, nada trascendentes en su plan de “volver a hacer a América grande”.
Las capitales del Viejo Continente se han quedado solas en su disputa contra Putin, que ve a muchos de los países de Europa del Este como parte indivisible de la gran Madre Rusia. Así empieza este 2017, con un nacionalismo en auge, la misma pandemia que azotó al planeta en el Siglo XX y que llevó a la humanidad a dos guerras mundiales. Las lecciones de la historia están ahí. (O)