”El paro ha afectado mucho a la tranquilidad de mi familia y de mis dos hijas, que son las que más sufren.

Ellas todos los días me preguntan: ¿cuándo se reiniciarán las clases?”. Ellas extrañan a sus compañeritos. 

Prefiero no explicarles lo que ocurre porque están pequeñas y no entienden el por qué no pueden ir a la escuela y salir de casa para jugar.

Lo que más deseo como padre de familia es que se llegue a un diálogo, entre el Presidente y los movimientos sociales, para que en el país vuelva a reinar la paz.

No es justo. Ahora vivimos atemorizados por lo que pueda pasar en las calles. Cada vez que escuchan una sirena mis hijas y mi esposa se asustan. Me preguntan:  “¿qué pasa papi?” Solo las calmo.

Desde que empezaron a presentarse todos estos incidentes he visto alterado completamente mi día.

Siento que todo lo que actualmente se vive en el país nos ha arrebatado la libertad de circular libremente.

Por eso, desde el lunes decidí que no saliéramos de la casa, pero esto ha generado que ellas pasen de mal humor. Se aburren por estar tanto tiempo en la casa. No puedo llevarlas a un centro comercial para que se distraigan porque es peligroso. 

Otras de las alteraciones que he visto son los horarios a la hora de acostarnos.

Ahora tenemos que quedarnos hasta tarde en la noche para ayudarlas a cumplir con las tareas que les envían. Ellas se acuestan tarde y se levantan tarde. Mi madre ayer cumplía años y esta situación ha hecho que no la pueda ver porque vivo en el extremo de la ciudad.

La llamé para felicitarla, pero por seguridad de mi integridad me abstuve de ir a su casa.

Vivo en una área alejada de la ciudad, lo que me obliga a tomar rutas que actualmente son muy conflictivas. Confío que en el transcurso del día lleguen a un acuerdo con los movimientos indígenas y que de esta manera regrese la tranquilidad para todo el Ecuador”. (O)